_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El cáncer de los heroes

Mucho antes de ser vencida por la ciencia, la tuberculosis había sido desdramatizada por la literatura. Ninguno de los hermosos tropos que suscitaba la mortal enfermedad decimonónica puede aplicarse a su sucesora, el fatal cáncer. Lo escribe Susan Sontang en un libro reciente: el uso que la sociedad hace del, cáncer como metáfora es aún más siniestro que la propia enfermedad: lenguaje militar, figura preferida de la desesperación humana, analogía de la que no se regresa, palabra perversa que contamina la frase, el cuerpo, lo social, toda esperanza. No hay poesía cuando el nombre del mal de nuestro siglo ronda el texto.También Nicholas Ray. También el cáncer. Como en el caso reciente de John Wayne, escribiremos el panegírico funerario de acuerdo con las muy codificadas leyes del género. Ceremonia tribal desprovista de incertidumbre, oficiada de tópicos, que se repetirá planetariamente sin variantes posibles.

Más información
Muere en Nueva York el cineasta Nicholas Ray

Fingiremos lirismo. Lloraremos a Nicholas Ray de la llamada generación perdida de Hollywood. Mencionaremos inevitablemente los nombres de Brooks, Bogart, Aldrich, Logan, Kazan y Dean. Recordaremos a Johnny Guitar para adjetivarla de onírica o de rítmica. Consultaremos los diccionarios en busca del dato perdido, de la secuencia deseada, de la frase erudita, de la nostalgia olvidada. Encerraremos a Nicholas Ray en una etiqueta, en una clasificación, en un modificador del sustantivo, acaso en un superlativo. Intentaremos representar lo mejor posible el discurso de la emoción: el menos emocionante de los discursos.

Nombraremos la vida y obra de Nicholas Ray, porque la muerte que lo ha resucitado periodísticamente sigue siendo la gran innombrable, que esas seis letras de significado estremecedor que ni tan siquiera figuran en los crucigramas, construyen el gran tabú verbal de una sociedad que entierra a sus grandes héroes con algarabía para eludir su verdadero pánico, Vil metáfora sin sonido.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_