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Reportaje:Las relaciones hispano-marroquíes, en su peor momento / 1

La crisis del Sahara, principal punto de desacuerdo

Por razones que en gran medida les son ajenas, los reyes Juan Carlos de España y Hassan II se van a entrevistar por primera vez, oficialmente, en Marruecos en un clima de tensión entre ambos países y de alerta marroquí con respecto al Sahara.Las relaciones entre España y Marruecos se encuentran en su nivel más bajo desde noviembre de 1975 en que fueran firmados los acuerdos tripartitos de Madrid mediante los cuales, España entregaba la Administración del Sahara occidental a Marruecos y Mauritania.

En lo que al Sahara se refiere, a raíz de los dos últimos e importantes ataques del 31 de mayo y 4 de junio contra territorio marroquí no cuestionado por el Frente Polisario, el rey Hassan II, en su calidad de comandante en jefe de la Fuerzas Armadas Reales (FAR) ordenó a su Ejército poner en práctica el derecho de persecución, con todas las consecuencias que lleva implícita la decisión, si las FAR traspasan las fronteras argelinas.

Después de un período de prácticamente dos años de armonía, tras la firma de los acuerdo tripartitos de Madrid, las relaciones entre España y Marruecos se han deteriorado rápidamente, al intentar el Gobierno español -al parecer con poco tacto- equilibrar su proyección hacia el Magreb.

El cambio de actitud de España comienza a sugerirse en la intervención del ministro español del Exterior, Marcelino Oreja, en la XXXII Asamblea General de la ONU, de septiembre de 1977. «España,», dice el ministro, «quiere contribuir a la búsqueda de una solución negociada..., que tenga en cuenta la libre expresión de la voluntad de los saharauis.»

En esos meses de 1977 el Frente Polisario ataca a los pesqueros de base en las Canarias, los más sensibilizados ante el problema y, a la vez. el asunto más sensible para España. En noviembre de 1977 secuestran a tres tripulantes del pesquero SAA y, posteriormente, a otros del Las Palomas.

El II de enero de 1978, en el debate parlamentario sobre política exterior, y ante insistencias socialistas, Marcelino Oreja declara que «España no considera concluido el proceso de descolonización en el Sahara». Esta declaración, que está a mitad de camino del reconocimiento del Polisario y la denuncia de los acuerdos de Madrid que solicita Argel, trae a Madrid, en la primera semana de febrero, al rey Hassan II, quien, previamente había tratado de interesar a numerosas empresas y hombres de negocios españoles en el comercio con Marruecos.

A los secuestros de pescadores españoles por el Polisario, como medio de presión, se unen las gestiones argelinas para que la africanidad de las Canarias, supuesta sea estudiada por la OUA. Esos esfuerzos llevan al Comité de Liberación de la OUA a proponer que el tema fuese tratado en la próxima cumbre que tuvo lugar en junio de 1978.

En abril y mayo, el ministro Oreja y una comisión de parlamentarios despliegan una considerable actividad diplomática en Africa cerca de varios países moderados del continente, en busca de apoyo a la españolidad del archipiélago canario.

En octubre de 1978, el viaje de Javier Rupérez, secretario de relaciones exteriores del partido gobernante, UCD, a Argel, para asistir a un congreso del Frente Polisario, termina con un controvertido comunicado, cuya versión original, que reconoce a la RASD, es modificada in extremis ante la enérgica protesta del titular de Exteriores. A pesar de la contraorden recibida, Rupérez obtiene la liberación de los pescadores españoles del Las Palomas, aunque con ello sienta un incómodo precedente de negociar bajo presiones.

Al mes siguiente se produce el hecho más lamentable de esta confrontación secreta, al ser atacado el pesquero Cruz del Mar y asesinados fríamente ocho de sus tripulantes.

A principios de 1979, la reivindicación por Marruecos de Ceuta y Melilla y las Chafarinas, en hibernación oficialmente hasta que España recupere Gibraltar, es aireada de nuevo, en declaraciones del ministro marroquí del Exterior por los líderes de los partidos de oposición -que justo es reconoce que nunca silenciaron esa demanda- en la reunión de la Unión Parlamentaria Africana que tuvo lugar, en febrero, en Rabat, y otras reuniones donde participan los marroquíes, aunque ellos directamente no propongan oficialmente el tema.

Un punto culminante en lo que en adelante va a llevar al actual enfrentamiento con Marruecos son las declaraciones, esta vez oficiales. del ministro Marcelino Oreja, quien después de una entrevista con su colega mauritano, Uld Abdallah, en Bruselas, expresa que «el Sahara aún espera su descolonización », y que ésta «sólo tendrá lugar cuando el pueblo saharaui ejerza su derecho a la autodeterminación».

Esta declaración, sospechosa para los argelinos, que después del golpe del 10 de julio de 1978 en Mauritania consideran todas estas actitudes mauritanas y españolas como inspiradas por Francia, origina que Marruecos -aunque lo niegue- inicie una cadena de medidas de retorsión contra España. En los primeros días de febrero de 1979 son detenidos un total de catorce pesqueros españoles. En mayo, coincidiendo con la visita a Ceuta y Melilla del entonces jefe del Estado Mayor, general Tomás de Liniers, estalla una bomba en el hotel Ulises, de Ceuta, y otra es desactivada en Melilla.

A lo largo de 1979, Marruecos aplicará con todo rigor su legislación -con pleno derecho, sin duda- contra los pesqueros españoles que violen sus aguas.

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