Fabiana Campus,
de diecinueve años; Marco Rosci, de veintiuno; Roberto Golia, de veintitrés, y Marco Zucheri, de veinticuatro, todos ellos romanos, estudiantes y desocupados, dieron muerte al súbdito somalí Ahmed Ali Giana, de 34 años, sólo por divertirse. Le rociaron con gasolina y le prendieron fuego, de noche, en una calle de la capital italiana. Giana se había licenciado en medicina, después de cursar estudios en Moscú. Vivía en el barrio de los pintores de Roma y su casa estaba compuesta por una manta que tendía en el suelo y varias botellas de vino.
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