Estreno español de "Música nocturna", de Laporte

Conozca usted los nombres es una serie de conciertos organizados comunitariamente en el seno de la Unión Europea de Radiodifusión. Su fin: apoyar compositores, solistas y directores «en ascenso» y, por otra parte, realizar programas en los que, cuando menos, intervienen cuatro países. Desde el Teatro Real, la Orquesta de Radiotelevisión Española, dirigida por el irlandés Colman Pearce, con el danés Christian Ancher Gron como solista y la presencia -con obra y en persona- del compositor belga André Laporte, realizó el último concierto de dicho ciclo, correspondiente a la temporada 1978-79.André Laporte (48 años) es una de las figuras más interesantes de su generación y goza ya no sólo de extraordinario prestigio en su país, Bélgica, sino en el mapa general de la música contemporánea. De cierta ascendencia española (su segundo apellido es Guerra), posee gran imaginación creadora, que se apoya en una sólida formación musical e intelectual. Profesor del Conservatorio de Bruselas, musicólogo, filósofo por Lovaina, a la hora de componer tan gran preparación queda al fondo y emerge un poder de invención frecuentemente asociado a conceptos culturales. Así, en La guitarra muerta, La vida no es sueño o Música nocturna, interpretada ahora. En ella pretende una confrontación entre dos ideas distintas de lo nocturnal: su dimensión temporal y su subjetividad como fenómeno humanizado. El resultado -conviene advertirlo pronto- no peca de intelectualista, ya que el conflicto apuntado sirve de «punto de partida» para arribar a una expresión musical viva, fresca, pujante, bien estructurada y estupendamente trabajada en su diversidad tímbrica. Escritura atonal y fórmulas atmosféricas contrastadas con otras casi violentas, representan el concepto cósmico-temporal de lo nocturno; el humanístico-subjetivo se apoya a veces en citas de otras músicas conocidas, sobre todo la célébre Serenata en sol, de Mozart, que da título a la obra. Todo ello dentro de una continuidad y una coherencia de gran fuerza comunicativa.

El saxofonista Christián Ancher Gron protagonizó la Cavattina, de Ernesto Halffter, compuesta sobre las notas correspondientes al nombre Arbós en el homenaje que rindieron al director de la Sinfónica, el año 1934, catorce autores españoles. Obra muy de su tiempo, se mantiene fresca y plena de garbo en la alternancia de un cierto vuelo romanticista y un aire al modo de los «seis» de París, sobre todo a la Milhaud o Poulenc.

El mismo solista interpretó la Rapsodia para saxofón, de Claudio Debussy, página poco escuchada y que puede incluirse en el grupo de composiciones «españolistas» del músico francés. En principio, Debussy quiso titularla Rapsodia morisca, concepto que, a la sazón, podía dar lugar a soluciones musicales confundibles con lo español. No olvidemos que los propios españoles utilizaron el término en fantasías, serenatas, canciones y demás repertorio meridionalista o «alhambrista». La Rapsodia respondió a un encargo de la americana Elisa Hall, hecho en 1901 tanto a Debussy como a otros compositores. Pero la obra se estrena, después de muerto su autor, en 1919, tras el trabajo de revisión y orquestación de Roger-Ducasse, quien no sólo conocía excelentemente el estilo debussyano, sino que contaba con un original manuscrito a cuatro pentagramas y muy precisas indicaciones para la instrumentación. La versión de Archer Gron fue de gran corrección, si bien un poco falta de «compromiso» expresivo. Orquesta y director realizaron un trabajo excelente, que subiría de punto, hasta provocar grandes aclamaciones, en la Quinta sinfonía de Shostakovitch.