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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La gramática de la EMT

Mi crítica «constructiva» está relacionada con un «aviso» que la EMT ha colocado en sus autobuses con motivo de la puesta en marcha de las tarjetas de los bono-bus. El tal aviso dice, textualmente, lo siguiente:«Conserve su billete o tarjeta de bono-bus cancelada ».

«El viajero sin billete será sancionado con una multa de 250 pesetas».

Respecto al primer párrafo, haré el siguiente comentario:

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Primeramente, hay un lapsus gramatical que se comete al no poner en género masculino plural la palabra «cancelada», puesto que acoge a los sustantivos: billete y tarjeta (que son masculino y femenino, respectivamente) y obligan, en dicha frase, a poner: cancelados (en masculino plural).

Esto referente al aspecto gramatical, y en relación al significado, o fondo, de la citada orden, diré: que tanto el billete como la tarjeta no quedan «cancelados» hasta que el viajero se «apea» del autobus; es decir, cuando queda cumplido el servicio que ha pagado el usuario. Por tanto, hasta que el viajero no esté ya «en tierra», y en la parada de término de su viaje, no tendrá cancelados sus justificantes, es decir: en el caso del billete, con su único viaje, y en el de la tarjeta de bono-bus, cuando tenga ya taladrada su décima y última oportunidad. Es decir, que la EMT «ordena» que se conserve un justificante que está ya caducado o «cancelado».

Refiriéndome al segundo párrafo, la EMT amenaza con sancionar al viajero que no lleve billete; es decir, que si lleva tarjeta de «bono-bus», aunque se la haya «picado» en ese viaje, le sancionarán con 250 pesetas.

Además, estarán, por supuesto, incursos en la misma penalidad los que porten tarjetas de abono anual, los carnets de libre circulación, etcétera.

Esto es una muestra, más, de los atentados que se cometen al uso correcto de la síntaxis en nuestra gramática, en general de nuestra lingüística y en definitiva contra nuestra cultura y que han sido llevados a cabo por entes oficiales o paraoficiales, y que han sido cosa tan frecuente durante estas últimas cuatro décadas y siempre, a causa de estar encaramados en puestos de dirección personas que, aparte de su filiación política, han sido designadas «digitalmente» y han estado carentes, salvo honrosas excepciones, de toda capacidad profesional para los cargos que desempeñaban.

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