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El Papa nombra a un español "ministro del Interior" de la Iglesia

Juan Arias

Juan Pablo Il nombró ayer nuevo sustituto de la Secretaría de Estado a un español. La noticia sorprendió favorablemente todos los ambientes políticos y religiosos. Se trata del arzobispo Eduardo Martínez Somalo, de cincuenta años, actual nuncio apostólico de Colombia.

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Un moderado abierto

Por vez primera en muchos siglos llega a un puesto de tal ímportancia en el Gobierno de la Santa Sede un no italiano y es la primera vez, después de Merry del Val, que un español entra a formar parte de la cumbre del poder vaticano.El cargo de monseñor Martínez Somalo es el de ministro del Interior de la Iglesia. Prácticamente sobre él recae toda la responsabilidad de la política interna de la Santa Sede. El puesto de sustituto ha desempeñado siempre una importancia capital en el Vaticano, ya que en ese sillón se han sentado dos personalidades como Montini y Benelli. Este último ocupó este cargo exactamente durante diez años. Precisamente con Benelli, el español Eduardo Martínez trabajaba ya en la Secretaría de Estado para los Asuntos Españoles.

Los observadores vaticanos dicen que monseñor Martínez participó con el cardenal Benelli en los tiempos más abiertos de éste y que estuvo en los tiempos difíciles del franquismo siempre de la parte de la Iglesia conciliar. Dentro de la diplomacia curial, dicen aquí en Roma, el Papa ha escogido «lo mejor».

Se da también mucha importancia al hecho de que el papa Wojtyla haya tenido la sensibilidad de escoger para un puesto tan delicado a un eclesiástico de lengua española, pensando en América Latina, que dentro de poco representará la mitad de los católicos del mundo. Y, sobre todo, este gesto ha sido interpretado como la voluntad del Papa de romper definitivamente la vinculación entre Secretaría de Estado y política interna italiana. De hecho, en los últimos treinta años toda la política italiana había sido condicionada fuertemente por la política del sustituto, primero con Montini y después con Benelli.

Indica también que Juan Pablo II desea seguir la política de Pablo VI y del Concilio referente a la internacionalización de la curia.

Ha sido interpretado también muy positivamente el nombramiento del sustituto de Agostino Casaroli como secretario del Consejo de Asuntos Públicos de la Iglesia. En efecto, monseñor Achile Silvestrini y el lituano monseñor Audrys Juozas Backis, que será el prosecretario, han sido los dos colaboradores más estrechos de Casaroli. Con esto se demuestra, ya sin género de dudas, que Juan Pablo II ha decidido seguir durante su pontificado la ostpolitik inaugurada con Pablo VI y el diálogo abierto con los países socialistas. En efecto, se temía que hubiese nombrado secretario de Estado a Casaroli, precisamente para poner en su puesto a un hombre de tendencia distinta para afrontar el delicado problema de las relaciones de la Santa Sede con los países socialistas. El papa Wojtyla ha desmentido a los observadores más desconfiados y ha demostrado quedesea seguir en este sentido una política de auténtico diálogo.

Por fin, ha nombrado nuevo camarlengo de la Iglesia al cardenal italiano Paolo Bertoli. Se trata de un cargo más bien burocrático, pero que tiene su importancia cuando el Papa está ausente de Roma o el Vaticano se encuentra en sede vacante, y a que el camarlengo es el responsable de la Santa Sede en esos momentos.

Bertoli es un diplomático muy serio y muy intransigente que tuvo algunos conflictos con Pablo VI, por su carácter más bien difícil, pero es al mismo tiempo considerado como un hombre muy sincero y leal. Fue uno de los papables en los dos últimos cónclaves. El hecho de que el Papa haya puesto en los mayores cargos de la curia romana sólo a diplomáticos, aunque se trate de los más abiertos, ha sido interpretado como la voluntad de Wojtyla de asignarse a sí mismo el papel de «pastor», dejando a los diplomáticos todas las demás incumbencias del gobierno burocrático de la Iglesia.

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