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Dos mil norteamericanos morirán de cáncer radiactivo antes del año 2000

Dos mil norteamericanos morirán de cáncer a causa de la energía nuclear desde ahora hasta fin de siglo, según un informe de la Academia Nacional de Ciencias estadounidense, cuyas conclusiones se hicieron públicas ayer, que avivará la ya candente polémica mundial sobre la seguridad de la energía atómica.

Simultáneamente, otro estudio realizado por una comisión de la misma organización científica señalaba que una de cada mil personas de la generación actual sufrirá de cáncer provocado por radiaciones de bajo nivel, procedentes tanto de fuentes naturales como artificiales.El primer informe, que se comenzó a elaborar hace cuatro años, se titula Riesgos asociados con la energía nuclear y fue entregado recientemente al ministro de Energía, James Schlesinger. El estudio se publicará mañana, miércoles, pero sus aspectos más destacables han aparecido ya en la prensa.

El estudio llega a la conclusión de que se producen «muertes adicionales» como resultado del proceso de utilización industrial del átomo, que incluye la extracción de los minerales de uranio, su conversión en elemento combustible, la exposición a la radiactividad de los trabajadores de las plantas atómicas, los pequeños escapes de material radiactivo a la atmósfera, el transporte y reprocesado de los residuos y el almacenado de los mismos.

Basándose en los programas en vigor para la energía nuclear norteamericana y en las previsiones hasta el año 2000, los autores del informe cifran en 2.000 las muertes de cáncer que se producirán desde 1975 hasta fin de siglo. En caso de un accidente, un incremento de las plantas atómicas previstas u otros problemas, el número de muertes podría ser mayor, advierte el informe.

Los principales riesgos de la energía nuclear están relacionados con la liberación de isótopos radiactivos de radón, kryptón, xenón, carbono y yodo, según el estudio de la Academia Nacional de Ciencias, en el que se pone en entredicho la frecuente afirmación de la industria nuclear de que las plantas atómicas no suponen riesgo para la salud humana. Algunos de esos isótopos fueron detectados en pequeñas cantidades en los alrededores de la central de Harrisburg, que sufrió un grave accidente hace un mes.

El segundo informe, elaborado por la comisión asesora, sobre los efectos biológicos de las radiaciones ionizantes, también de la Academia Nacional de Ciencias, prevé 220.000 casos de cáncer en Norteamérica a lo largo de la vida de la generación actual provocados por radiaciones de bajo nivel, incluidas las de origen natural.

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Estas radiaciones de bajo nivel proceden de los rayos cósmicos, determinados minerales o rocas, como el granito, lluvia radiactiva procedente de pruebas atómicas, escapes de las plantas nucleares o de los residuos y radiactividad causada en los exámenes médicos mediante rayos X.

Las conclusiones de este segundo estudio, posiblemente las más altas hechas hasta ahora sobre los efectos en la población de la radiación de bajo nivel, no fueron compartidas por un sector de los miembros de la comisión científica, que las consideraron exageradas.

La publicación de los dos informes provocará una amplia polémica en todo el país, en un momento en que crecen las manifestaciones de protesta contra la energía nuclear y ocho reactores atómicos fueron cerrados para revisar sus sistemas de seguridad. El estudio sobre los efectos de la radiación de bajo nivel es quizá más polémico, porque no existen datos fiables sobre la dosis de radiación tolerable por el ser humano, mientras que se conoce el efecto mortal de la radiación de alto nivel.

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