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SEPTIMA DE FERIA DE SEVILLA

El timo de la estampita

El timo de la estampita ya se sabe lo que es. Pero hay otro timo de la estampita que es el taurino. Consiste en que vas a la taquilla y te ofrecen un papelito de colorines por el cual, según prometen los carteles, verás seis hermosos y bravos toros, tres valientes diestros, tres cuadrillas de picadores y banderilleros, habrá una brillante banda de música que amenizará el espectáculo, presidirá la autoridad competente y, en la letra menuda, la garantía de que se cumplirá todo cuanto preceptúa el vigente reglamento taurino.Ante semejante panorama, tiras de cartera y pagas. Pero no en moneda floja, sino fuerte. Los precios' en algunas corridas, y sobre todo en esta feria de Sevilla, están a nivel de petrodólares. Una entrada de palco, por ejemplo, aílá arriba -que es la nuestra- vale 1.600 pesetas; es decir, lo que un kilo de jamón de Jabugo; lo que diez entradas de cine, lo que vestir al chaval, o casi. Y aún más chocatite, si no nos salimos de la estricta tauromaquia: lo mismo que dos o tres corridas de toros juntas de esas en que intervienen los que llaman modestos con toros de verdad.

Plaza de Sevilla

Séptima corrida de feria. Toros de José Luis Osborne, los tresprimeros absolutamente impresentables e inválidos; sin fuerza los restantes; y un sobrero de la misma ganadería en sustitución del derrengado quinto, que fue comalón astifino, con trapío y problemas. Palomo Linares: media trasera y rueda de peones (silencio). Pinchazo y bajonazo (ovación; protestas cuando intenta la vuelta al ruedo). Paquirri: pinchazo y estocada (ovación y salida al tercio). Estocada baja (ovación y saludos). José Antonio Campuzano: estocada caída que asoma (aplausos y saluda con una toalla). Dos pinchazos y media atravesada y caída (palmas).

En pura técnica del timo de la estampita taurino, lo que prometen los carteles no se cumple y como no ocurre nada y no sabemos aún de un empresario que en los últimos tiempos le hayan metido en la cárcel por estafar al público, vale que a esta operación del papelito de colorines le llamen negocio, y si vale, a lo del timo de la estampita que ha ingeniado la picaresca callejera habrá que llamarle operación financiera. O dicho de otro modo: si esto es delito, aquéllo está incurso en todos los códigos, napoleónicos y de los otros; si a los de la estampita urbana les llaman golfos, a los de la estampita taurina, pues mira, no acierto a encontrarles el calificativo adecuado. ¿Cuál sera.

En lo de ayer en la Maestranza no hubo toros ni se cumplió el reglamento, ni existía autoridad, pues el que tenía esta misión no la ejerció para atajar por la base el fraude. Las tres primeras reses parecían ovejas y no se tenían en pie. Las otras estaban más creciditas, pero perdían las manos y a una hubo que sustituirla por su insuperable invalidez. En la primera parte de la corrida no se picó, sino que se hizo el paripé de la suerte y no pudo haber faenas de muleta, pues los animalitos más que a embestir estaban a morirse. He aquí medio espectáculo, enterito, birlado a los aficionados, con el beneplácito de la autoridad e incluso de algunos sectores de público, que llegaban a ovacionar a los picadores precisamente por no picar. ¡Ay, cómo está la Mestranza!

En la segunda mitad, Palomo le hizo una faena valentona y embarullada a su toro, con riesgo algunas veces, pues sufrió dos pitonazos seguidos; uno, al muslo, y otro, a la pechera, que afortunadamente no hirieron. El sobrero era el único toro serio de la corrida, y Paquirri ni lo recibió con la larga de rodilla ni lo banderilleó (como había hecho en el ovejo), pero estuvo muy centrado con la muleta, intentando ligar faena, pese a la embestida probona y corta del osborne. El sexto se arrodillaba continuamente, gazapeaba y se quedaba en el centro de la suerte, y Campuzano no pudo lucirse, aunque puso voluntad.

El momento cumbre de la tarde fue cuando Paquirri -a quien recibió el público con clamorosas ovaciones- se llevó con magistrales capotazos hasta chiqueros al toro devuelto al corral, cosa que la parada de cabestros de esta plaza parece incapaz de hacer. Le aplaudieron mucho.

La amnesla que padeció esto días Paquirri a consecuencia de un accidente campero ha desaparecido del todo, de lo que doy fe: no ha olvidado las largas de rodillas ni banderillear a cabeza pasada, caigan los palos donde caigan. La cosas de la vida.

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