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La Magistratura italiana tiene casi dos mil grabaciones telefónicas de Antonio Negri

Juan Arias

Mientras los jueces romanos están examinando los 3.000 folios que han recibido en coche blindado de los magistrados de Padua, el catedrático Antonio Negri está en la cárcel de Rebibbia de Roma, en una celda aislada y vigilado día y noche por los funcionarios de la prisión. Se espera que de un momento a otro los jueces puedan interrogarle y que la opinión pública pueda conocer finalmente cuáles son las pruebas concretas de las gravísimas acusaciones de que ha sido objeto: ser jefe de las Brigadas Rojas, subversión contra el Estado y haber organizado y participado en el secuestro y asesinato de Aldo Moro y de otros personajes caídos bajo el plomo de las Brigadas Rojas.

Pero las indiscreciones empiezan a filtrar cada día con mayor frecuencia en el palacio de Justicia datos sobre estas presuntas pruebas.Al parecer, la policía política ha seguido paso a paso al catedrático durante los dos últimos años. Según informaciones publicadas ayer por toda la prensa «Negri tenía una doble vida». Fingía viajes al extranjero cuando se producían espectaculares acciones terroristas: tenía contactos continuos con organizaciones revolucionarias francesas, belgas, alemanas, portuguesas y canadienses. Se le ha encontrado también un billete de avión con fecha 16 de marzo, fecha del secuestro de Moro.

Parece cierto que la policía tiene en sus manos toda una caja de documentos y de cartas personales de Negri que había entregado a un amigo, en depósito, después de haber recibido una misteriosa llamada de teléfono anunciándole que la policía lo estaba siguiendo.

En una entrevista la esposa de Negri, que es una arquitecta de familia muy rica, afirma que es todo un «montaje electoral» y que lo único cierto es que su marido consideraba «la sociedad capitalista, desde cualquier punto de vista de análisis, como algo que hay que rechazar en manera absoluta», y añadió: «Este era su sabotaje".

Esta vez los jueces se muestran muy «optimistas». Se habla de cuatro testigos de toda seriedad contra Negri. Al parecer uno es un policía infiltrado en las Brigadas Rojas, cosa que ya sucedió con el «fraile metralleta», cuyas denuncias sirvieron para capturar a Renato Curcio, fundador de este grupo terrorista.

Otra prueba son las casi 2.000 cintas de interferencias telefónicas grabadas en Padua con costosísimas y sofisticadas máquinas adquiridas por la Magistratura.

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