Alcaldes nacionalistas para Euskadi

«Humildemente postrado ante Dios, en pie sobre la tierra vasca, recordando a nuestros antepasa dos, bajo el árbol de Guernica, juro cumplir mi mandato». Jon Castañares, alcalde electo de Bilbao por el PNV, utilizó para jurar su cargo la misma fórmula que hace 43 años empleó José Antonio de Aguirre al ser nombrado presidente del Gobierno autónomo vasco, el 10 de octubre de 1936.Con un breve discurso en euskera y castellano, en el que introdujo, haciéndolo suyo, el juramento de Aguirre, el nuevo alcalde nacionalista de Bilbao saludó a sus conciudadanos en un Ayuntamiento donde reinaba un ambiente festivo. El alcalde saliente, José Luis Berasategui, no estaba presente en el acto.

Los veintinueve concejales, entre los que figuraban dos miembros de la anterior Corporación, recuperados por la UCD, llegaron a la casa consistorial a las once en punto de la mañana.

Un grupo de militantes antinucleares aguardaban en las escalinatas con pancartas alusivas a la central nuclear de Lemóniz. En un amplio dossier que entregaron a los ediles, los antinucleares reclamaban la paralización de las obras, recordando el carácter dudosamente legal de las mismas.

En Baracaldo, segunda población de la provincia y donde habrá alcalde nacionalista por primera vez en su historia, el concejal de Herri Batasuna y diputado electo el 1 de marzo, Periko Solabarría, pidió la palabra para solicitar de la recién constituida Corporación un pronunciamiento sobre la amnistía y sobre la paralización de la central nuclear de Lemóniz. Tanto los concejales del PSOE como los del PCE y el PNV se adhirieron a la petición, aunque añadieron cada uno de ellos otras cuestiones sobre las que, a su juicio, era urgente pronunciarse: el paro, el estatuto, los conciertos económicos, etcétera. Los tres concejales de UCD, que habían votado al candidato del PNV, guardaron silencio.

En Basauri, localidad de 50.000 habitantes, situada en la cuenca del Nervión, el primer pleno resultó bastante tenso, sobre todo por las alusiones mutuas entre el concejal de EMK-OIC y los del PNV, que tienen presentada una impugnación contra el primero.

En Guipúzcoa, la mayoría de las alcaldías se han repartido entre el PNV y Herri Batasuna, elegidos por mayoría absoluta o relativa, pero normalmente sin alianzas de ningún tipo, ya que el desacuerdo entre PSOE y Herri Batasuna hizo que ambos partidos optaran por votar a sus propios candidatos.

En Vitoria, apenas si acudieron treinta personas a la proclamación del nuevo alcalde. Hubo de recurrir a dos votaciones consecutivas para dilucidar el nombre del nuevo alcalde, siendo elegido el número uno de la lista más votada, es decir, el PNV