Mai Zetterling, pionera de las directoras de cine de Europa
"Jamás podré filmar drogas baratas corno «Superman» o Travolta"
Mai Zetterling ha sido en la historia del cine la pionera de una generación de directoras que prefirieron quedarse detrás de la cámara que ser usadas como objetos de decoración en los sucesivos guiones que se ofrecían a las mujeres actrices. Fue una excelente actriz que a los dieciséis años debutó en su país, Suecia, interpretando a Shakespeare y a Sartre. Luego fue a Gran Bretaña y allí vive hoy, filmando, escribiendo novelas, buscando una soledad en la que se encuentra a sí misma y se da cuenta de que existe como individuo en medio de una sociedad a la que juzga agresiva.Mai Zetterling ha estado en Madrid para asistir al comienzo de un cielo de sus películas, organizado por la Filmoteca Nacional, y en la que ella interviene junto a otras directoras de cine. Los juegos de noche, El juego de la guerra, Las chicas, Los enamorados y The strongest (El más fuerte) están entre las películas exhibidas en la presente semana.
Mai Zetterling está temporalmenle alejada del largometraje porque el mercado del cine exige a cambio del líquido metálico, como le gusta decir a ella en español, una realización comercial a la que ella se niega. «Yo no puedo hacer películas como Superman, que son drogas baratas para satisfacer a la sociedad de consumo. La gente necesita estar segura, tener, estar, hallarse ocupada. Precisan las drogas baratas, que convierten en robots a las personas. Fabrican personajes monstruosos, como Travolta, a quien yo llamo Revolta, cuya actitud hacia las mujeres es deleznable.»
El cine es, para Mai Zetterling, «un juego en el que hay que esperar». A ella no le gusta ir con las olas, sino contra corriente. Por esos sus filmes, los primeros largometrajes que hacía una mujer en Europa, fueron un escándalo y un éxito. El éxito vino alimentado, dice ella hoy, por la sorpresa que produjo en la sociedad cinematográfica que una mujer fuera capaz, de dirigir actores y de expresar ideas con imágenes.
No fue fácil para Mai Zetterling convertirse en la pionera de las directoras de cine en Europa. «Yo era una actriz, de la que, por supuesto, se asumía que no debía ser demasiado inteligente, de modo que me convertían sistemáticamente en un objeto. En el teatro era diferente, pero en el cine la situación era aquella. La mujer tenía tres papeles que desempeñar: el de la secretaria joven y estúpida, el de la esposa aburrida y el de la puta. Para ella no había un carácter real. Los caracteres reales eran para los hombres, los verdaderos protagonistas. Yo no pude soportar esa situación. Quería dirigir, situarme detrás de la cámara. Mi agente no creyó demasiado en esa posibilidad, pero tuve suerte. El jefe del departamento de documentales de la BBC me dio una oportunidad y me pidió que hiciera un filme sobre la vida nómada en el norte de Suecia Perdí dinero en el proyecto, pero me dio una cierta sensación de libertad haberlo llevado a la práctica. A partir de entonces me fijé un plan de cinco años: si al cabo de ese tiempo no realizaba un proyecto de envergadura, abandonaría la dirección. Y a los cuatro años y medio hice Los enamorados, que fue un gran éxito.»
Los enamorados, en la que Mai Zetterling se enfrentaba al tema de la libertad, fue piedra de escándalo para timoratos, que vieron en su tratamiento del tema de la pareja una herejía femenina, siempre más aberrante que las herejías de los hombres.
Después de Los enamorados, Mai Zetterling dirigió Las chicas, un filme que entusiasmó a Simone de Beauvoir, quien le pidió que realizara cinematográficamente su obra El segundo sexo. «Fue muy sorprendente, porque no encontramos dinero para llevar adelante ese proyecto, a pesar de la notoria fama de Simone de Beauvoir y de la importancia del libro.»
La reacción de la crítica
Sobre la reacción de la crítica ante sus primeras películas, Mai Zetterling recuerda una de un comentarista anglosajón, que más o menos, exclamó: «Pero si hace películas como si fuera un hombre.»Mai Zetterling no es, a pesar de su militante historia, una feminista militante en grupos concretos. «He trabajado con los movimientos de liberación de la mujer, pero con frecuencia discuto mucho con sus integrantes, porque difiero sobre los objetivos que se quieren alcanzar. Creo que la mujer debe integrarse suficientemente en la sociedad como para ocupar un lugar autónomo y hacer todo lo que les apetezca desde un punto de vista humano, no específicamente feminista.»
En la actualidad, Mai Zetterling está ocupada en un documental acerca de las necesidades perentorias de los esquimales de Scoresbysund (Groenlandia), que se ven obligados a cazar focas para alimentarse y vestirse. La iniciativa sobre el documental es del Gobiemo groenlandés y trata de mostrar, nos dice Mai Zetterling, que estos esquimales no matan por placer ni acaban con las vidas de los bebés de las focas, sino con las focas adultas.
Este tipo de trabajo documental, en zonas aisladas, en las que la vida es muy difícil, le atraen a Mai Zetterling, «porque complementan mi literatura y me dan ocasión de hallar la soledad, mezclándome al mismo tiempo con otro medio exterior». Cuando era niña, Mai quería ser marinera. Luego pretendió ser exploradora. No es ninguna de las cosas, pero de alguna forma sigue pretendiendo ser ambas.
Hasta el momento, Mai Zetterling ha escrito una novela (Bird of Passage, Ave de paso), publicada en Londres por la prestigiosa Jonathan Cape, y cuatro historias breves. Su última obra es una historia para niños, Ice's Island (Isla de hielo), que también tiene que ver con su experiencia en Groenlandia. Ella se considera una novelista inglesa, puesto que en Inglaterra escribe, lo hace en inglés y considera que éste es un idioma rico, que supone para ella un importante reto.
"Filmar es una tarea monumental"
En un lugar mucho más importante que la literatura y que la cinematografía está ella misma, Mai Zetterling: «Escribir o filmar es una tarea monumental, para la que se necesita una gran preparación. Después de un año de realizar alguna de esas dos actividades necesito soledad para pensar. Porque uno está básicamente solo. Asumir esa circunstancia te da fuerzas y te ayuda a recordar quién eres de verdad.»Su larga ausencia de Suecia, donde sus libros tienen que ser traducidas, no ha supuesto un exilio total para Mai Zetterling, que en dos años sucesivos ha sido llamada para realizar dos películas para la televisión sueca, una para conmemorar el Año Internacional de la Mujer, y otra, este ano, para celebrar el Año Internacional del Niño. Estos temas conducen al matrimonio, que ella analiza desde sus ojos profundos y claros: «El matrimonio dejará de existir dentro de medio siglo, calculo. La gente vivirá junta, pero asumirán que esa unión debe acabarse cuando deje de haber novedad en sus vidas. Aquí, en España, será más difícil, por las tradiciones católicas que hay, pero pienso que en los países escandinavos esa tendencia se cumplirá.»
Mai Zetterling se queda sola, fumando un largo cigarrillo de Manila.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.