_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

País Vasco: sólo queda negociar

DE TODOS los pecados de omisión que se puedan imputar al presidente Suárez, ninguno resulta tan abrumador como el de la política de dejar hacer, dejar pasar, practicada últimamente en el País Vasco. Resulta incluso patético advertir esta carencia de iniciativa polítíca respecto al problema vasco en un hombre como el presidente, que caracterizó el arranque de su primer mandato (y en un contexto político general aún no democrático y mucho más complejo que el actual) con notables dosis de imaginación y audacia. La frustración comienza a ser generalizada en Euskadi, que se siente un pueblo discriminadamente castigado por el franquismo e incomprendido por la democracia.En aquellos momentos, y cuando los enviados oficiosos multiplicaban sus viajes entre Madrid, Barcelona y Saint Martín le Beau descubriendo al exiliado providencial que era el honorable Tarradellas, el presidente perdió toda su aceleración política en el tema vasco (ETA-militar giró una circular interna advirtiendo de los peligros de la política apaciguadora y negociadora de Suárez), quedó deslumbrado por los bajos costes de la operación de Cataluña (se llegó a pensar que Tarradellas podría desempeñar el papel de «hombre bueno» entre Madrid y Euskadi) y fue cayendo sucesiva e irremisiblemente en todas las trampas tendidas por el terrorismo de ETA, la ambigüedad del PNV y el estruendoso vocerío de la extrema derecha, que tiene la negociación con las fuerzas política vascas por sinónimo de delito de leso Estado.

El resultado de la pérdida de iniciativa de los sucesivos Gobiernos de Suárez respecto al problema vasco, más la torpeza de intentar treguas secretas con ETA militar para períodos concretos de la vida política española, ha conducido a la sítuación de hoy, en la que los valedores morales de ETA político-militar y de ETA militar tienen escaño parlamentario, en la que los terroristas tienen el apoyo emocional de un sector no desdeñable de vascos y hasta de «maketos» (es inútil ocultar el voto popular a Herri Batasuna), en que el PNV ha aumentado sus índices de ambigüedad, en que las opciones de izquierda estatales se baten en retirada y en que (¡a lo que conduce el abandonismo político!) el señor Bandrés se ha convertido poco más o menos que en elemento estabilizador de cara a la situación general en Euskadi.

Así las cosas, resulta perfectamente lícito llevarse las manos a la cabeza por la manifestación multitudinaria del domingo en Bilbao (de la que no se retiró el PNV pese a que los eslóganes coreados entraron de Reno en el salvajismo político) después de que ETA militar reivindicara cuatro asesinatos consumados en cinco días. Resulta perfectamente lícito pero por completo banal. De cara a Euskadi, ya ha pasado el tiempo de hacer política y está abierto el trabajo para los que quieran y sepan hacer historia. Y cuando se entra en la pendiente de los acontecimientos históricos, se aboca indefectiblemente a «los días que valen por años ».

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

La búsqueda del tiempo perdido en el País Vasco pasa necesariamente por una vigorosa retoma de la iniciativa por parte del Gobierno, en la que no hay más telón de fondo que el de la negociación. Pero una negociación entendida «históricamente», abordada sin medrosidad.

Suárez debe ir cuanto antes al País Vasco, debe entrevistarse sin pérdida de tiempo con los protagonistas de la vida política de Euskadi, debe saber pactar y amenazar a un tiempo, y combinar la acción de la seguridad con la del diálogo. Evidentemente, todo ello comporta un riesgo, pero el riesgo mayor es la inhibición, el silencio y la parálisis de que hace gala el Gobierno. La democracia en España pasa, sin duda, por la resolución de los temas autonómicos, y muy especialmente, de la cuestión vasca. Mantener la unidad de España a costa de las libertades democráticas, como se empieza a sugerir en algunos medios de opinión, resulta una propuesta aberrante. Es preciso encontrar el camino que integre a Euskadi en una comunidad nacional de todos los españoles, respetando los derechos y los deberes de cada cual, sin privilegios ni discriminaciones, pero en base a un entendimiento entre los hombres y no a la fuerza de las armas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_