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ELECCIONES MUNICIPALES / MADRID

El escrutinio oficial de la provincia, lento y ambiguo

La batalla de Madrid fue la batalla de Madrid capital. En la provincia no se esperaban sorpresas. La duda estaba, y por tanto la tensión, en la capital. La provincia, más o menos resuelta, más que interés, produjo un cierto desinterés. Se dejó notar en dos sentidos: ningún líder político se tomó la molestia de acercarse al centro de seguimiento del escrutinio provincial, instalado en la Diputación Provincial, y tampoco el Gobierno Civil, controlador de este escrutinio, enviado electrónicamente al Centro de Información Electoral en la Diputación, acertó a dar cuenta de los resultados de forma rápida, amplia y clara.

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Sólo Joaquín Aramburu, ex candidato del PTE a la alcaldía madrileña, pasó un momento por este centro de la información electoral provincial. Y, por otra parte, sólo a partir de las cuatro y media de la madrugada se empezaron a conocer con agilidad los resultados electorales, especialmente de los pueblos más importantes, cuyos datos no fueron facilitados hasta casi el alba.A la una y media de la madrugada sólo habían salido unos treinta pueblos menores y, entre ellos, como urbes más destacadas, Coslada y San Fernando de Henares. Triunfo comunista, de izquierdas, que anunciaba la definitiva pujanza que las izquierdas obtendrían, finalmente, en la mayoría de los pueblos más importantes madrileños.

A las cuatro de la mañana el número de pueblos que el Gobierno Civil había dado a conocer, respecto al resultado electoral, era aproximadamente de sesenta, un tercio del total, y, entre ellos, sólo otros tres o cuatro pueblos de relieve; dos de éstos fueron Colmenar Viejo y Fuenlabrada que, para mayor tedio de la jornada, presentaban evidentes errores en los cómputos de concejales, lo cual originó el consiguiente retraso en saber esos resultados definitivos.

Hasta las cuatro y media o las cinco no se pudo observar otra cosa que esa lentitud, esa escasez de información, esa información excesivamente parca. La información oficial no facilitaba más que el censo de cada pueblo y el número de concejales obtenidos por cada partido. Nada respecto a los votos emitidos y el índice de participación, nada respecto a porcentajes puntuales por candidaturas. Y, de cuando en cuando, nuevos errores en la información.

Por contraste, el PCE tenla escrutado el 98% de los votos de la provincia, mientras que el escrutinio oficial no pasaba del 30% o el 40%.

Hacia las ocho de la mañana terminaba la información oficial y se desmanteló este centro de información. El Gobierno Civil pasa el control de la información y su difusión al Ministerio del Interior. Faltaban datos por concretar. Entre otros, los totales globales de la provincia. Pero ya nadie sabía nada. Y nadie podía informar nada. Ya se había desconectado el aparato oficial informativo.

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