Política y ciudadanía
«(...) Que no iba a haber debate previo a la votación de confianza estaba ya anunciado y sentenciado. La apelación al párrafo segundo del artículo 54 del Reglamento era inteligente, pero lo cierto es que el texto dice que "se puede" alterar el orden del día según determinados requisitos, pero no que "se debe", con lo cual el presidente decidió lo que le pareció más conveniente. Algún líder de la oposición ha dicho que, con ello, el señor Lavilla había perdido la oportunidad de ser el presidente de todos. Algo de cierto hay en tal frase, aunque conviene que nadie le conceda valor definitivo. (...)En cuanto al discurso -ya lo indicamos ayer-, no fue la pieza oratoria adecuada a la circunstancia. Se diría que en su redacción intervinieron con exceso hábitos de épocas anteriores distinguidos por el cultivo de la retórica y, como decimos en catalán, por el de "fer volar coloms". Una poda de treinta o cuarenta minutos lo hubiera convertido en la pieza justamente equilibrada y hubieran quedado más en evidencia los contenidos sustantivos, que son de bastante consideración. (...)
Entre tanto, ¿qué piensa el país? No lo sabemos con certeza, pero nos tememos que está muy santa mente en el "primun vivere, deinde philosophare", entendiendo por filosofar el uso y abuso de la política como fin en sí misma. Tememos también que, como en tantas otras épocas de nuestra historia parlamentaria, no consigan empalmar nuestros diputados con las inquietudes y las preocupaciones reales del ciudadano normal y corriente.
1 abril
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