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Tribuna
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Participación ciudadana

Undécimo candidato de UCD al AyuntamientoLas próximas elecciones municipales van a significar un paso decisivo y trascendental en la consolidación de nuestro sistema democrático. La elección por el pueblo de sus representantes se va a realizar en el nivel de poder más cercano a la vida cotidiana de los ciudadanos, el local.

Pero, si queremos que la ciudad vuelva a ser un lugar para vivir a la medida del hombre, que se detenga el proceso de deshumanización a que lleva el crecimiento de las grandes ciudades, si entendemos que el Ayuntamiento debe dejar de ser un mero órgano administrativo desligado y alejado de los ciudadanos, es necesario que rea icemos una profunda política de participación en la que los ciudadanos no sólo sean escuchados, sino que participen y colaboren activamente en el planteamiento, conocimiento y resolución de los problemas que nos aquejan.

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El reto consiste en encontrar los cauces adecuados que articulen esta participación. La futura ley de Régimen Local y, por lo que a Madrid se refiere, la Carta o ley Especial, que hayan de regir la vida de nuestros municipios, tendrán que regular los sistemas legales de esta participación. En su momento, los partidos habrán de presentar sus propuestas en función de las distintas concepciones de la democracia y de la organización de la ciudad de cada uno.

Desde la perspectiva de Unión de Centro Democrático, esta participación debe asentarse sobre dos principios fundamentales. En primer lugar, el poder político de decisión municipal sólo puede residir en los legítimos representantes de los vecinos, alcalde y concejales, reunidos en el pleno de la Corporación o en sus órganos delegados. En segundo, los cauces de participación deben articularse a través de los órganos descentralizados del gobierno municipal, las juntas de distrito, debidamente potenciadas en sus competencias y recursos. Como corolario de estos principios, es necesario crear en todos los distritos unos consejos de electores que, con funciones asesoras y consultivas, hagan llegar la opinión de los vecinos a los órganos de decisión.

Se preguntará qué papel se asigna en esta concepción a las múltiples asociaciones de vecinos, padres de alumnos, amas de casa, etcétera, existentes. Todas ellas y otras muchas más (de consumidores, culturales, deportivas, etcétera) son necesarias, pues entre todas forman el entramado social que hace viva y estable a una sociedad democrática. Pero es imprescindible que, olvidando las especiales circunstancias históricas en que nacieron, se independicen de los partidos políticos, lo cual no quiere decir que sie despoliticen -la preocupación por los asuntos públicos es la raíz de toda actividad política-, y actúen y trabajen en función, exclusivamente, de los intereses de las personas que las integran y de los de la comunidad, barrio, distrito o ciudad en que actúen.

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La tentación de crear y pretender institucionalizar estructuras paralelas de poder que no respondan a los resultados electorales, demuestra que la afectación de la democracia representativa no es más que una operación táctica a la espera de que «maduren las uvas».

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