El gobernador del Banco de Italia, acusado de abuso de poder
El Banco Central de Italia, que ha sido siempre uno de los pilares más sólidos de la República y de mayor prestigio internacional, está siendo azotado por un huracán de denuncias por parte de dos magistrados romanos, uno de los cuales, Antonio Alibrandi, se ha autodefinido «fascista ciento por ciento». El resultado clamoroso es que ya está en la cárcel el vicedirector general, Marío Sarcinelli, y lo hubiese estado también nada menos que el gobernador general del banco, Paolo Baffi, si no hubiese sido porque los magistrados «han tenido en cuenta su avanzada edad y las posibles repercusiones internacionales ».Se les acusa a los dos dirigentes de abuso de poder en sus funciones, y parece ser que se trata de haber ocultado a la Magistratura algunas irregularidades en la concesión de préstamos por parte de algunos bancos a empresas privadas. Prácticamente, la Magistratura ha puesto en tela de juicio la seriedad del instituto de «vigilancia» del Banco Central italiano.
Al gobernador Baffi los Juieces le han quitado el pasaporte, y ayer fue interrogado por los magistrados. La izquierda, aun respetando los poderes de la justicia, que en Italia son autónomos y absolutos, ha denunciado la operación como «una turbia maniobra de la dierecha» para desestabilizar, aún más si cabe, este país, tan duramente golpeado en sus más altas instituciones del Estado.
Según comunistas y socialistas, en realidad, a la derecha le había gustado muy poco la entrada de un hombre independiente como Baffi en la cumbre de la institución bancaria italiana, porque estaba decidido a hacer luz sobre una serie de escándalos financieros del país, en los que, al parecer, están comprometidos toda una serie de personajes políticos de alto nivel. Los comunistas han dicho abiertamente que se trata de una campana para desprestigiar el equipo de Baffi y para sustituirlo con hombres «más blandos con ciertos escándalos del pasado».
El ministro del Tesoro, Pandolfi, ante la gravedad del gesto de los magistrados romanos, y temiendo graves repercusiones internacionales, tomó la decisión delicada, y discutida por parte de muchos magistrados, de defender públicamente, ante las cámaras de televisión, en un mensaje dirigido a todo el país, el prestigio de los dirigentes del Banco de Italia, ofreciéndoles toda la solidaridad del Gobierno.
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