Desgobierno

Unas elecciones generales suponen siempre para un país una ilusión y una esperanza, gane quien gane, y así ha sucedido en España.Pero, ¿qué ha seguido a ese alegre y relajante 2 de marzo? La nada. Aquí estamos un mes después sin Parlamento, sin presidente y sin Gobierno; sin análisis ni declaraciones de envergadura; sin propósitos ni programas. Las cosas empeoran día a día y ya nadie se acuerda de que el 1 de marzo quisimos arreglar todo esto. Dentro de unos días habrá. otras elecciones. ¿Ustedes creen que alguien va a ir a votar? Sí, irán los militantes y seguidores de los partidos, pero el pueblo, el gran pueblo, no creo que aparezca mucho por la caja de cristal.

No comprendo qué o quién es el culpable de tanta pausa y tanto tiempo perdido. ¿Es que no es posible constituir unas Cortes a los diez días, confirmar un presidente a los doce y tener un Gobierno ya mismo? No esperar a que todo se diluya en sombras, a que la ilusión se evapore.

El día 22 EL PAÍS publicaba un oportuno y estupendo editorial, Gobernar, con esta misma inquietud. Pero me parece poco original echar la culpa, como siempre, a UCD y al Gobierno de UCD, cuando no hay ni presidente, ni Gobierno (la Oposición no quiere prisas para la investidura). Habría que ir derecho a las causas de tanta morosidad. Porque es muy posible que el presidente trabaje en todo eso que el pueblo está necesitando, pero el pueblo no se puede enterar, porque claro, sin presidente, sin Parlamento y sin Gobierno...

Por todo ello me parecía una idea estupenda ese plan que los socialistas tenían preparado para los cien primeros días de su hipotético Gobierno; hubiese sido una buena forma de no enterrar la esperanza, las inquietudes y la democracia.