Crece la oposición en Irán a la "islamización" forzada de Jomeini
A la crisis política que el ayatollah Jomeini hace frente por las reticencias de los dirigentes de su Gobierno, educados en Occidente, se unió ayer una inesperada oposición de las mujeres iraníes que, en conmemoración del Día Internacional de la Mujer, se echaron a la calle en Teherán para protestar por las férreas leyes impuestas por los consejos islámicos revolucionarios, que obligan a las féminas a portar velos faciales y vestirse a la usanza musulmana.
A pesar de la espesa cortina de nieve que caía sobre la capital iraní, centenares de estas manifestantes marcharon hacia la Universidad de Teherán, declarando a voces que desobedecerán las órdenes del ayatollah, quien pretende prohibir a las mujeres vestir al estilo occidental, obligándoles a llevar la clásica indumentaria musulmana, cubriéndose el rostro con un velo.El primer ministro, Mehdi Bazargan, a quien Jomeini criticó acerbamente el miércoles por su negativa a acatar sus estrictas órdenes islámicas, parece estar ganándose las simpatías de las mujeres iraníes progresistas.
Al mismo tiempo en que desfilaba la manifestación femenina hacia la Universidad, en las escuelas de niñas de la capital se organizaban similares demostraciones de desacato a las órdenes de Jomeini, que desfilaron también por los barrios periféricos.
Aunque no hay información alguna acerca de los posibles incidentes que se hayan producido, a las mujeres que acudieron a sus puestos de trabajo vestidas al modo de Occidente -incluso algunas lucían pantalones- no se les ha permitido la entrada. Partidarios del ayatollah Jomeini les obligaron a regresar a sus casas
Las exigencias del ayatollah, un hombre al fin y al cabo, también se traspasaron a la televisión: las presentadoras, pocas, aparecen con un pañuelo en la cabeza y los brazos cubiertos. En medio de esta ofensiva religioso-machista, un hombre se está ganando el apoyo de las feministas iraníes: el primer ministro, Mehdi Bazargan, quien está recibiendo fuertes críticas de Jomeini por su negativa a acatar las estrictas órdenes islámicas.
Los hombres también están sufriendo la ley islámica: siete hombres fueron ejecutados por delitos sexuales a principios de esta semana. Otras seis personas fueron ejecutadas bajo la acusación de pederastras y explotación de una red de prostitución homosexual.
El adulterio tiene igualmente su castigo en el Irán de Jomeini: una mujer casada y su amante lo comprobaron en sus carnes al ser flagelados en la ciudad de Kelarabad. La mujer recibió cuarenta latigazos y su amante ochenta. Y gran número de personas han sido azotadas públicamente por beber alcohol o haber robado.
Todos estos acontecimientos se producen a unas tres semanas del referéndum sobre el régimen iraní. Jomeini advirtió por adelantado al clero islámico que es pecado votar por todo lo que no sea una República Islámica. Para Jomeini, la democracia es un término colonial, según sus propias palabras, y, por tanto, no debe estar integrada en el futuro nombre de la República.
Las condiciones de arresto de los presos del nuevo régimen y el secreto que rodea sus procesos han provocado reacciones en el Comité iraní para la Defensa de los Derechos del Hombre.
El Comité solicitó del primer ministro, Mehdi Bazargan, permiso para inspeccionar las cárceles revolucionarias y estar presente en los procesos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.