Gran versión de "El Mesías" por Neville Marriner
El prestigio de Neville Marriner alcanza tal amplitud de onda que bien puede hablarse de popularidad. Ha contribuido a ella la larga serie de grabaciones discográficas con la Academy of St. Martin in the Fields, que Marriner fundara y dirigiera durante más de una década. Es lógico que con un grupo así, y al margen de los méritos del maestro inglés en cualquier tipo de repertorio, su nombre vaya unido a la música barroca, que sabe traducir con excelente estilo y vitalidad actualizadora.No menos lógico que el anuncio de uno de los grandes hit de la música barroca, El Mesías, de Haendel, convocara una audiencia que sobrepasó hasta el límite de lo posible la capacidad normal del teatro de la plaza de Oriente. Por otra parte, el cuadro de solistas fue de gran clase: la soprano Margaret Marshall, excelente de voz, técnica y criterio; la mezzo Helen Watts, de la que basta enunciar su nombre como garantía de calidad; el tenor Anthony Rolfe Johnson, cuyos medios, tan bien manejados, son ideales para el oratorio, y el bajo Neil Howlett, cuya potencia y color se ven un tanto dañados por un trémolo natural (como sucedía a Lázaro y Supervía, por citar dos grandes). En todo caso, un cuarteto de «oratoristas» que se mueven en El Mesías con la naturaliclad de lo familiar y la frescura de lo cotidiano.
Orquesta y Coro de RTVE
Director: N. Marriner. Solistas: M. Marshall, H. Watts, N. Howlett y A. R. Johnson. El Mesías, de Haendel3-4 de marzo.
Protagonista principalísimo fue el Cero de RTV, que dirige Alberto Blancafort. Marriner pide mucho en el orden expresivo, en el de las agilidades vocales y en la consecución de un estilo en el que se acentúa la herencia italiana de Haendel. El Coro respondió en todo momento con presteza, vivacidad y un no sé qué de alegría, esa «alegría de hacer y vivir la música» de que nos hablaba Rosalyn Tureck. Los profesores de la RTVE, en su conjunto y en sus cometidos solistas sonaron como una gran orquesta especializada. Sería necesario citarlos a todos, uno a uno, en unión del clavecinista Luis Miguel Alvarez y el organista Martínez Solaesa. Y es que Neville Marriner dinamiza el «barroco», sabedor de que ahí está gran parte de su razón de ser; hace cantar en alto, muy aireadas, las líneas melódicas, subraya los «acentos» por elevación y confiere a las dos partes de El Mesías una unidad total que habita en las mil referencias y similitudes del material temático. En Marriner la música se hace, como escribe Eugenio Montes, «madre de la melancolía y la alegría», al discurrir de una continuidad casi biológica. Triunfo largo, total, apoteósico.
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