Punto muerto en las negociaciones pesqueras hispano-portuguesas
Las autoridades portuguesas y españolas se atribuyen mutuamente la responsabilidad de un eventual fracaso de las negociaciones sobre el acuerdo pesquero entre los dos países.A tres días de la expiración del plazo de reflexión, que las dos delegaciones se han otorgado para llegar a una conclusión definitiva, el diálogo de sordos parece mantenerse. Mientras el director general de Pesca de España afirmaba a la agencia portuguesa ANOP que España «había llegado al extremo límite de las concesiones posibles», su colega portugués declaraba no tener nada que añadir a las posiciones asumidas en el último encuentro y estar a la espera de una respuesta de Madrid.
Mientras a nivel oficial se desarrolla este juego de tira y afloja, sobre el terreno, el conflicto amenaza agudizarse, ya que la marina de guerra portuguesa ha recibido órdenes de estrechar la vigilancia sobre las zonas de pesca. Los efectos no se han hecho esperar. Ayer eran ya cuatro los barcos pesqueros españoles presos. Los dos primeros, sorprendidos en las aguas del sur de Portugal (Algarve), son acusados de utilizar redes no reglamentarias (de mallas excesivamente apretadas). Los otros dos, que han sido conducidos al puerto norteño de Leixoes (Oporto), han sido sorprendidos faenando sin licencia entre sesenta y veinticuatro millas de la costa portuguesa (en la zona económica exclusiva).
Del lado español tampoco se descarta un endurecimiento, a pesar del gesto de buena voluntad que significó el levantamiento de la operación de boicot de los pescadores gallegos a la importación de pescado portugués. En la citada entevista a ANOP, el director general de Pesca del Gobierno de Madrid afirma que si la flota de su país se ve obligada a paralizarse por falta de acuerdo sobre el problema de las licencias, los pescadores portugueses embarcados en unidades españolas (son cerca de 4.000) serán los primeros en ser objeto de medidas de despido.
En Portugal, donde la escasez y la carestía del pescado (fuente adicional del 60% de las proteínas de origen animal consumidas) son actualmente uno de los principales motivos de descontento, los sindicatos de pescadores no están lejos de achacar esta situación a los Gobiernos sucesivos que habrían sido, como mínimo, imprudentes, al no plantear la revisión del acuerdo de 1969.
Persiste el amarre
La evolución del tema pesquero continúa siendo objeto de contestación por parte del sector, a partir del amarre de la práctica totalidad de la flota española en sus puertos de base. La tensión entre los trabajadores crece por momentos, ante la amenaza de desenrole de las tripulaciones y los problemas derivados de la paralización.En la isla canaria de Lanzarote se ha procedido ya al desenrole de la flota sardinera y buena parte de la artesanal. La paralización de la flota lanzaroteña arranca del pasado 28 de noviembre de 1978, cuando los pescadores y armadores se negaron a concurrir a los caladeros canario-saharianos, tras el ametrallamiento del Cruz del mar, todavía no explicado por el Gobierno español, a pesar de las promesas formuladas en tal sentido por el ministro de Transportes, señor Sánchez Terán. Ante este desenrole, la Coordinadora de Pesca de Lanzarote ha presentado demanda en la Magistratura de Trabajo, alegando incumplimiento del aviso previo por parte de los armadores.
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