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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un pobre diablo con esposa y amante

Una comedia astuta, algo cruel, con pretensión de psicodrama. Un pobre diablo se apresta a dejar su casa, con la alegría de quien va a buscar una amante nueva y la inquietud del hogar -esposa, hijo-, que abandona: pequeñas alternativas de conciencia. El pobre diablo burgués ha buscado el pretexto de un viaje de negocios para firmar un contrato con unos japoneses, urgente- «los japoneses no esperan»-: los espectadores lo sabemos, la esposa también. La esposa impide, por medios inverosímiles la salida; hasta que la amante, despechada y abandonada, llega a la casa a pedir cuentas. Viene el psicodrama: la mujer adopta apariencia de amante. la amante de esposa, las dos asumen un papel dominante y feminizan al imbécil, que pretende el trío perfecto: se vuelve a intentar la alternativa. No funciona. Realmente, no hay solución: se veía desde el principio. Pero como estamos dentro de un género en el que las soluciones son necesarias y tienen que adaptarse a ciertas normas, desaparece al final la amante y el marido queda con la esposa. Se esboza. sin embargo, la idea de que no todo termina ahí.La habilidad de un autor la pagan muchas veces los espectadores. Y siempre sus personajes. La habiIidad de Talesnik para mantener todo un largo primer acto con sólo dos personajes en una situación única la paga, inevitablemente, la buena fe del espectador, y su paciencia. Talesnik consigue algo muy difícil en el teatro de hoy: que el espectador se ponga de parte del espectáculo, y no en contra, como suele suceder. Una vez aceptado lo inverosímil, todo es más fácil. Los personajes pagan su distorsión. Se van haciendo inverosímiles y descoyuntados, se van pasando a la farsa, al juguete cómico- a la irresponsabilidad-, desde un terreno que podría ser más irónico y más cruel: también más verosímil, más humano. Van dejando perder su drama para subrayar su chiste. El director, Víctor Andrés Catena, ahonda en ese camino. Busca un teatro de comicidad y efecto: lo consigue. Fuerza al pobre diablo, interpretado por Fernando Delgado, a convertirse en payaso. Fernando Delgado se deja forzar con entusiasmo: alarga todos sus efectos, trabaja condenadamente, exagera cada mueca. Le responde el regocijo del público, y él, a su vez, responde a ese regocijo sobreinterpretando -por esa vía- al personaje. Gusta a los espectadores vera un hombre en un tremendo apuro y sin fuerza para salir de él, y, como gusta todo se va convirtiendo ya en la exhibición del apuro. Y en la contrapartida: el predominio femenino.

Los japoneses no esperan, de Ricardo Talesnik

Dirección de Víctor Andrés Calena. Actores: Fernando Delgado, Charo López, María Silva. Escenografía, de W. Burman. Estreno: Infanta Isabel, 2-II-79.

Tampoco se pone, límites Víctor Andrés Catena en el subrayado de las zonas feministas de la obra: sabe para qué público. para qué teatro trabaja. La derrota y el desaliento de la amante, su frustración en la vida, no por el hombre que pierde o por el amor que se le va, sino precisamente por no ser una esposa -y coser bajos de pantalón, ponerse unas gatas, oscurecerse el pelo, etcétera-, está también muy trabajada: María Silva no busca mas que esos matices. Cuando la amante desdeña, no pierde: encuentra, quizá, que ese no era el espíritu de vida, la solución a una biografía sin afectos. Por tanto, gana, y eso aumenta también la comodidad del público.

En cuanto a la esposa, es un arquetipo: está defendiendo su hogar, ya se sabe que en esos casos todas Ias mañas son buenas. Desde las referencias sentimentales al hijo hasta las incitaciones a la cama -puesta. por cierto, en medio de un salón de una casa, que se describe como amplia, y cerca de la puerta de entrada de la calle-: desde la propuesta de compartir el marido hasta la ficción de que se retira de la lucha (pero espera, detrás de la puerta, a que el marido la llame). Charo López hace con convicción este papel: como es el que está, dentro de las «normas» -dentro de lo que cabe-, el que tiene la razón da a su intérprete la ventaja del realismo: lo explota con seguridad y buenas condiciones. La comedia original no era enteramente eso. Tenía una ironía más cruda, en el sistema convencional de crítica de la burguesía desde dentro de ella misma, tenía otro desparpajo y otra amoralidad. Algo más por la vía de Pinter. Pero el teatro Infanta Isabel tiene" sin duda, sus exigencias, tiene todavía su público propio, que ha cultivado desde hace más de medio siglo, con muy pocas fugas o concesiones hacia otra moral y hacia otros géneros. Arturo Serrano.

Sin duda, esto ha pesado en el ánimo de Víctor Andrés Catena, al subrayar lo que podría tener la obra de conveniente para ese público; subrayados que van hacia la definición del bien y el mal, lo posible y lo inaceptable. lo femenino sobre lo masculino. Aun a costa de alaroar dernasiado la obra. Todo este esfuerzo tendrá su recompensa en el público del Infanta: se lo agradecerá, y muy especialmente a Fernando Delgado, que hace una verdadera exhibición del personaje de pobre diablo aplastado por las mujeres y por su propia contradicción: rejuvenecer por la vía de la aventura sexual y sentimental o acomodarse en el disfrute del hogar, dulce hogar. No le dejan opción.

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