Los emigrantes y el catalán
Ante la incomprensión demostrada por las cartas de algunos lectores a la problemática expuesta por Federico Jiménez Losantos en su artículo «El destino cultural de la emigración en Cataluña», sirva esta carta para proponer un debate sincero y sereno sobre el tema.Vine a Cataluña por motivos laborales y llevo trece años trabajando en ella. Mi lengua es el castellano. Desde hace años comprendo el catalán, aunque no lo hablo. Lo he estudiado y sigo haciéndolo. Mi mujer es también de habla castellana. Tengo un hijo nacido aquí y no pensamos cambiar de residencia. Considero que el artículo tercero del anteproyecto de Estatuto de Cataluña, con su solución de bilingüismo, podría hacer mucho por acercar, a través del conocimiento mutuo del idioma, a las dos comunidades lingüísticas que vivimos aquí. Desgraciadamente, las intenciones no van por este camíno.
A los inmigrantes se nos pide que nos integremos «voluntariamente » en la cultura catalana. Pongo las comillas porque en la realidad esa voluntariedad no es tal, debido a la presión psicológica que hay por catalanizar todo. Dada la desigualdad económica y de poder en que se encuentra el inmigrante, no le queda más remedio que renunciar a su idioma, si no quiere llegar a ser un ciudadano de segunda clase. Y cuando digo renunciar a su idioma, no me refiero al uso coloquial y familiar, sino al uso oficial, político y social, es decir, en estricta igualdad de derechos con el catalán.
Jordi Carbonell, historiador catalanista, en una conferencia sobre las represiones que ha padecido el idioma catalán, decía que «las clases populares no han hecho nunca renuncia. voluntaria de su propia lengua». Paradójicamente, la posición del PSUC sobre este tema es que a la larga sea el idioma catalán el que se hable por todos en Cataluña para vertebrar identidad de lengua e identidad nacional. Un buen ejemplo de aplicación del materialismo histórico a los intereses de partido.
Y no es que los catalanes estén imponiendo su lengua a los castellanos, no. No es eso. Son los que tienen los resortes del poder en sus manos, partidos, entidades, intelectuales..., los que están llevando a cabo esta política de asimilación. La responsabilidad histórica de los partidos de izquierda, como principales beneficiarios de los votos de los inmigrantes, es muy grave. Y, pasando a los hechos, citaré un caso de marginación actual.
La Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona patrocina, con muy buena intención, una serie de espectáculos infantiles en los barrios de Barcelona. Repasando por encima la programación desde octubre a la actualidad, todas las obras de teatro, marionetas, canción, animación, son representadas por grupos catalanes y en catalán. ¿Quién le da derecho al Ayuntamiento a marginar de manera tan descarada a los niños castellano-parlantes?
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