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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La oligarquía, el gasto y los beneficios

En relación con la arta que con el epígrafe «El alma en los pies» apareció con fecha 2 de febrero de 1970, desearía realizar algunas reflexiones, que su lectura me ha producido.De acuerdo a la concepción positivista de la actividad financiera del Estado, el presupuesto nacional conlleva una opción específica de clase de aquella que en cada situación histórica ostenta el poder -económico y político- y todas y cada una de sus rúbricas reflejan esta naturaleza como instrumento al servicio de una determinada clase.

Tan es así, que el «gasto público», en el «capitalismo monopolista de Estado» dependiente, en nuestro caso que tiene como «misión específica» la de salvaguardar, en cualquier circunstancia, la participación creciente de la oligarquía financiera de los beneficios obtenidos en el proceso de producción, más aún los «gastos presupuestados» -a los que se refiere implicitamente la carta comentada- son, en cada situación histórica, el resultado de la correlación de fuerzas que determina la lucha de clases, y, lo que es más importante, los gastos socialmente -con misiones de «legitimación» en la terminología de Oconner- son mantenidos por la clase dominante -en el poder- en el mínimo que permita preservar el statús, es decir, automantener el sistema dentro de unas tensiones razonablemente tolerables.

Sin querer recurrir a fáciles argumentos que, pudieran tacharse de demagógicos, podría recordar algunas situaciones clarificadoras de lo anteriormente dicho, y así podrían citarse hechos bien reales como el que un autobús escolar para alumnos del medio rural. deba atravesar cuatro veces al día un paso a nivel sin protección -con o sin niebla, con o sin hielo-, para cuya eliminación hubiese bastado una parte-ínfima de los importantes recursos económicos que con «financiación pública» -de todos- y en «condiciones económicas inmejorables» se dedican en los Presupuestos del Estado a la construcción de autopistas de peaje, cuya realización y explotación se encarga al sector privado. ¿Será esto demagogia?

Quisiera, para terminar, que esa imagen del niño del Metro de Sol, que tanto conmovió a nuestro comunicante, recordase a otros niños que en otras áreas o países mueren de hambre -y no en sentido figurado- mientras «la clase dominante» defiende con todos sus medios -gasto del presupuesto incluido- situaciones de privilegio que aseguran el mantenimiento del orden establecido y para cuya transformación hacia formas socioeconómicas nuevas, que real y definitivamente puedan erradicar estas situaciones, se han mostrado ineficaces 2.000 años de plantea mientos éticos o morales ni por su puesto, integrando al ciudadano, en sistemas de dudosa participación, mediante mecanismos bien estudiados y controlados para conseguir precisamente que las cosas sigan siendo como son.

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