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Los cuatro partidos mayoritarios expusieron ante un grupo de empresarios sus objetivos económicos

Con escasa concreción y muy ligeras variaciones con respecto a lo ya conocido, los partidos políticos mayoritarios, según todos los pronósticos, en las próximas elecciones expusieron ayer, en la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD), sus programas en materia económica. Concurrieron al acto el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Coalición Democrática (CD), Partido Comunista de España (PCE) y Unión de Centro Democrático (UCD), aunque los representantes de este último grupo no acudieron al debate entre todas las fuerzas participantes, compareciendo sólo a la exposición de su programa.El tono de las exposiciones fue esencialmente moderado, denotándose un exquisito cuidado por parte de todos los partidos por agradar a los asistentes: cerca de dos centenares de empresarios. Este sentido de prudencia fue, como es lógico, especialmente perceptible en los partidos de la izquierda (PSOE y PCE), aunque una de las intervenciones más celebradas de la jornada fue la de Rafael Termes, líder de la patronal bancaria, quien afirmó que UCD y PSOE son partidos similarmente socialdemócratas, y que sólo el PCE sustenta posiciones de auténtica izquierda.

La ronda de intervenciones fue abierta por Alfonso Osorio, ponente de CD. El antiguo responsable de la política económica del primer Gabinete de Adolfo Suárez concretó el idearlo político de su partido en proporcionar a los españoles «trabajo, seguridad y salario justo», y señaló que «aquellos partidos que gobiernan con su programa y el de otros no son demócratas, son totalitarios».

El líder de CD puso especial énfasis en afirmar que su partido posee «un equipo muy eficaz, y que muchos de sus cuadros son empresarios jóvenes, que actuarán en política con criterios profesionales y sin personalismos». Como datos descollantes de las escasas concreciones señaladas pueden citarse la preconización de una reducción en la presión fiscal y la autorización para flexibilizar plantillas.

La segunda intervención, a cargo del Partido Comunista, estuvo esencialmente dedicada a quitar hierro al programa económico y, en cierto modo, a reiterar ante los empresarios el eterno argumento de que Comisiones Obreras no es una central sindical comunista. En concreto, el PCE propugnó sus tesis de construir un nuevo modelo de desarrollo, a partir de una redefinición de tareas para el sector público y la introducción de la planificación democrática. En cualquier caso, los representantes comunistas -los únicos que manifestaron no tener ninguna probabilidad de ganar las elecciones- señalaron que su partido apoya la consolidación de la democracia, para lo que se requiere culminar la etapa de transición, controlando la inflación y reduciendo el paro. La mayor parte de sus críticas contra el Gobierno UCD estuvieron centradas en el decreto-ley de limitación de salarios, por considerarlo responsable de la inestabilidad laboral, «que -dijeron- perjudica, en primer lugar, al Partido Comunista, en un período electoral». Para el PCE, el Gobierno debería haber dejado absoluta libertad negociadora a las partes. Los comunistas también se mostraron dispuestos a negociar una cierta flexibilidad de plantillas, aunque controlada, siempre que en la negociación se incluyeran otros aspectos de la actividad laboral y sindical.

Los representantes socialistas pusieron especial énfasis en señalar que constituyen la única alternativa de poder posible; «la opción es que el día 2 de marzo ocupe la Moncloa Suárez o la ocupe González -dijo Luis Solana-, nadie prevé otra opción». El punto más reiterado por los socialistas fue el ofrecimiento de claridad de objetivos, cara a una posible ascensión al Gobierno. «Hemos sido más ingenuos que la media de políticos del país -dijo también Solana-, pero ofrecemos una posibilidad de hacer las cosas de otra manera, frente a la evidencia de cómo las viene haciendo la UCD, que es la empanada y la confusión.» En síntesis, los socialistas expresaron su propósito de hacer prioritaria la lucha contra el paro, incentivar el sector público y clarificar el marco de las relaciones laborales.

Los representantes del partido gubernamental, UCD, apenas se refirieron a un eventual programa de gobierno, dedicando prácticamente toda su intervención a ensalzar y justificar la trayectoria seguida en los meses de permanencia en el Gobierno, desde junio de 1977, y señalando que continuará siendo objetivo prioritario de su eventual actuación al frente del ejecutivo la lucha contra la inflación.

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