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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El alma en los pies

En la estación del Metro de Sol, en el corazón de Madrid, los que por allí pasamos, podemos ver a múltiples desafortunados que apelan a la caridad de los ciudadanos, todos ellos con el denominador común de no disponer de trabajo, aparte de otras desgracias no necesarias de describir.Entre ellos, un niño de unos seis años de edad de facciones agradables pálido, desnutrido. sucio, dormido sobre el duro suelo, estaba acompañado, tan sólo, de un mal escrito cartel que decía: «Mis padres no tienen trabajo han enfermado y tengo tres hermanos mas pequeños.» No es la primera vez que he visto desgracias similares. Pero esta vez me ha impresionado produciéndome un tremendo y vergonzoso efecto que me ha bajado el alma a los pies.

Una señora mayor lloraba viendo la imagen, otros buscábamos en nuestros bolsillos, todos en silencio, un silencio que yo he interpretado no sólo de pena, sino de vergüenza, por pertenecer a una sociedad que no pone medios para proteger a niños como el que veíamos dormido.

Cuando el tren llegó y entramos en él, el silencio se convirtió en protestas: una señora, a gritos y sofocada, decía que no había derecho y que la policía o las autoridades debían intervenir, otra decía que con limosnas no se solucionaba el problema, sino que, por el contrario, podría incluso empeorarlo, había opiniones para todos los gustos.

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Yo, observando la rabia generalizada y la impotencia para solucionar el problema, decido escribir para llamar la atención a la deshumanizada sociedad de la décima potencia industrial del mundo escribo a los que todavía tienen el alma elevada, porque no ven lo que se puede ver en la estación de Sol a los que tienen en su mano una solución digna y, sin limosnas, si es que de verdad. aman la justicia.

Al rey don Juan Carlos para que si puede recorte su presupuesto dando ejemplo al pueblo entero, al Gobierno para que distribuya nuestros impuestos teniendo en cuenta las prioridades y deberes esenciales, pues deber esencial es proteger a los niños y no permitir que se encuentren en las circunstancias comentadas, a la oposición para que no pida gollerías sin antes no estar solucionado lo primordial; a la Iglesia, para que ceda parte de sus 6.000 millones de asignación en beneficio de los más necesitados; al Ejército, para que considere la conveniencia de más pan y menos armas: al Ayuntamiento, para recordarle que vale más un niño que un árbol, a los bancos y Cajas de Ahorro, que regalan pisos y televisores en color, a cuentacorrentistas que no los necesitan; a las empresas, para que aumenten sus inversiones creando más puestos de trabajo: a los trabajadores. para que no permitan las horas extraordinarías ni aumentos de sueldo exagerados que, incrementan el paro; a los partidos políticos, para que valoren más al votante que al voto y reduzcan sus inmensos presupuestos en papel propagandístico; a los que solicitamos becas de estudio y colegios gratuitos para nuestros hijos bien alimentados; a los que tenemos coche y despilfarramos gasolina; a los que no tienen coche, pero tienen ingresos por su trabajo; al ministro de Hacienda, para que eleve los impuestos de forma justa, si es que es esa la única solución, y, en definitiva, a la sociedad española, a todos sin excepción, les dirijo este escrito para que sus almas elevadas se les caigan al suelo mientras perdure la injusticia, y para que la arrastren como la arrastramos todos los que vimos al niño y no hicimos nada serio y definitivo en su favor.

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