"El padre envidia la relación de la madre con el hijo"
«Doris es una mujer argentina de veintinueve años que acudía a un grupo de madres en el que yo desempeñaba el papel de terapeuta -explica Arnaldo Rascovsky- tenía una niña de dos años que siempre se había distinguido por su comportamiento dulce y cariñoso, en correspondencia con una extrema y delicada dedicación por parte de sus padres hacia la pequeña. Sin embargo, una mañana la niña se levantó extremadamente agresiva. Según la versión de la madre, la pequeña comenzó a pedirle cosas para despreciarlas después. "Primero fue una manzana, luego, un panecillo", contó la madre, muy preocupada por este comportamiento. La madre continuó contando en su grupo que la nena seguía pidiendo cosas para arrojarlas con despecho.»El psicoanalista argentino cuenta que la madre parecía realmente preocupada ante aquel cambio radical en el comportamiento de su niña, tan dulce y sensible hasta aquel día, y tan profunda o secretamente conmovida por aligo. La niña, según el relato de la madre a sus compañeros de psicoterapia, se durmió molesta y con sobresalto a lo largo de la mayor parte de la noche. Al día siguiente repitió las escenas de malestar, agresión y despecho. ¿Qué había pasado?
«En aquel grupo de madres -prosigue su relato Arnaldo Rascovsky - yo daba mi opinión, como terapeuta, y también lo hacían las otras mujeres que asistían. Se barajaron muchas hipótesis sobre las causas de tan sorprendente cambio en la niña. Alguien planteó la posibilidad de que la niña hubiese sido objeto de pequeños abandonos u otras formas de desatención por parte de la madre. También se consideró la posibilidad de que se hubiesen presentado desórdenes en el estado físico de la niña... Todas las hipótesis tuvieron que ser desestimadas.»
El investigador argentino cuenta que, al finalizar aquella sesión le preguntó a la madre en cuestión si estaba embarazada, a lo que ella contestó que no lo creía posible, pues su marido había estado fuera durante un mes y acababa de volver hacia dos días. Sin embargo, los hechos desmintieron la primera consideración de la madre. Arnaldo Rascovsky lo cuenta así: «Al cabo de catorce días, cuando volví a ver a la madre, una vez que se hubo sentado, me preguntó a boca de jarro: "Doctor, ¿cómo sabía usted que yo estaba embarazada?", a lo que le contesté que no era yo quien lo había averiguado primero, sino la niña, la hija de dos años de Doris. Fue la niña quien manifestó su conmoción ante algo que le afectaba tanto.» En efecto, Doris, la madre argentina de veintinueve años, había quedado embarazada la misma noche en que su hija de dos años empezó a sentirse deprimida y agresiva. ¿Cómo es posible esta relación entre ambos hechos?
Pareja "rota"
El psicoanalista argentino explica que la libido de la mujer, término empleado por Freud que expresa la atracción ante otros seres vivos y que se suele utilizar muy pobremente en castellano, haciéndolo equivaler sólo a su aspecto sexual-genital, esa líbido se retrae parcialmente en el momento en que la mujer queda embarazada. Algo en su naturaleza o funcionamiento psíquico y orgánico orienta entonces a la madre hacia el nuevo organismo ya en formación y desarrollo. Si llamamos libido a la razón, la alegría de vivir en cada instante, a aquello que ilusiona y enamora, desde el comienzo del embarazo, podría decirse que algo en la madre ya está enamorado de su nuevo hijo. Los otros seres que constituyen objeto cotidiano de la ilusión y el amor de la mujer, naturalmente, se resienten.«La pareja -afirma Rascovsky- que, hasta la gestación vive en una entrega recíproca de mayor o menor intensidad, siente que, con la fecundación, se introduce un nuevo ser en la relación entre ambos. Es decir, la unión más perfecta de los seres humanos, la diada, se fractura por el advenimiento de un tercero.»
El padre resulta, pues, seriamente afectado por esa nueva relación que se inicia y que, relativamente, le desplaza. «Una mujer caliente habitualmente con su marido -prosigue Rascovsky- se enfriará algo al quedarse embarazada. La líbido se vuelve hacia el feto.»
Estamos, pues, ante cierta modalidad de lo que el psicoanálisis llama narcisismo, que es la orientación de esa libido o alegría instintiva de vivir hacia el propio sujeto, algo también muy necesario para la subsistencia de los seres humanos, de sus sueños, proyectos o realidades, complementario con la orientación no narcisista hacia los otros seres humanos. ¿Cómo se desarrolla este giro en la orientación de la libido de la madre, ese abandono parcial del infortunado esposo que va a ser padre?
«Se expresa por síntomas muy característicos -responde Rascovsky a la pregunta-. Uno de ellos es somnolencia, que es un signo de retracción del interés por el mundo exterior. Otro signo es la sobrecarga narcisística sobre el propio organismo. Por otra parte, se da un marcado desinterés sexual por el compañero durante los tres primeros meses del embarazo. Alrededor del comienzo del segundo trimestre, el embrión se ha convertido en feto, ha construido su placenta, por lo que se ha independizado relativamente de la madre, quien también se independiza relativamente del feto. Por ello, es notorio que en el segundo trimestre de gestación, contrariamente a lo que sucede en el primero, la mujer entra en un período de exaltado deseo sexual, por lo que solicita, con inusitada frecuencia, la copulación a su compañero.»
«En el tercer trimestre -prosigue-, cuando nos aproximamos al parto, otra vez se retira la líbido parcialmente, ante la inminencia del parto, a causa de las deformaciones corporales exageradas y otra serie de hechos, lo que produce un nuevo período de indiferencia genital que se prolongará hasta el fin del puerperio, en la sexta semana después del nacimiento. Entonces, si todo ha ido bien, la mujer recupera su buena armonía genital con su pareja.»
Un padre
El padre se ve afectado, por consiguiente, por las variaciones en la libido de su mujer. Es el suyo un conflicto a distancia y silencioso, aunque a veces los sentimientos de envidia y odio a ese hijo que le roba, al menos parcialmente, el amor de la madre, no permanece precisamente silencioso. «El conflicto se exacerba -concluye Rascovsky- en función de que los pechos, que constituyen uno de los estímulos sexuales más importantes para el hombre, se embellecen, pero teniendo, esta vez, como destinatario al hijo, y no a él. Observamos estas evidencias en la historia y en la génesis de la cultura, en el testimonio de los libros clásicos, La Biblia, la mitología griega... Urano, el poblador del mundo, entierra en las profundidades de la Tierra a sus hijos, provocando un intenso odio y repulsa en su mujer, que ve así atacados sus sentimientos maternales. Por eso se alía con su hijo Cronos, quien venga a su madre, castrando a su padre Urano y arrojando sus genitales al mar. Pero Cronos, a su vez,se comporta más ferozmente aún que su padre, pues devorará a sus hijos según van naciendo, escena cuya mejor expresion es el cuadro de Goya Cronos devorando a sus hijos.La historia del filicidio, una historia llena de capítulos, empieza en hechos tan secillos y primitivos como la envidia, la envidia de un macho que no quiere perder su hembra, la envidia de un hombre que no quiere verse desplazado por lo nuevo, por lo que empieza. Así de temprano es el comienzo de la agresión y la lucha contra los pequeños. Es la génesis del poder, la génesis del filicidio.
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