Cuando el Papa era rey

El último filme de Luigi Magni se refiere, siquiera sea en términos generales, a un acontecimiento significativo acaecido en la historia contemporánea de Italia: la última ejecución capital ordenada por el Pontífice antes de perder su título real. Los hechos sucedieron a mediados del siglo XIX y los reos fueron dos albañiles anarquistas, llamados José Mon-.i y Gaetano Tognetti. Sin defeni,a alguna fueron acusados y hallados culpables de la voladura de un cuartel del Trasteveré, en el que hallaron la muerte veintitrés soldad3s al servicio de Pío IX.En este filme, como en otros anteriores, por ejerr.,plo, En el año del Señor, su autor prosigue su dura crítica contra el poder papal, símbolo para él (le la más cruel tiranía. En esta ocasión enriquece la pura anécdota h'lstóri(-a con otras que en nada desmerecen de la auténtica y que, por supuesto, no la desvirtúan. Por fl contrario, gracias a su talento de escritor y también de dialoguiita, enripeño eri el que naufragan hoy tan.tos directores, la enriquece y añade un aire popular que sirven para potenciarla, poniéndola al alcance del público más diverso.

Otro acierto es, sin duda, lamezcla de burla y tragedia en un tema quehubiera podido llegar a cansar por demasiado solemne o aburrido. No sucede así y ello se debe, sin duda, al buen hacer del realizador y al carácter especial que da a sus personajes, especialmente al que interpreta Nino Manfredi.Mas las imágenes de este excelente filme, que tan justamente ha recibido las mayores recompensas de la cinematografla italiana, no se refieren sólo a la anécdota histórica: suponen también una diatriba anticlerical o por mejor decirlo antijesulta, y aluden al enfrentamiento entre generaciones, entre hijos y padres, indagando a la vez en las oscuras razones de las actuales luchas armadas de los jóvenes.Luigi Magni demuestra su habilidad para contarnos una historia aun a partir de unos medios no excesivamente generosos. -Quizá por ello, en este tiempo de filmes colosales, esta película cuya mayor virtud es su sencillez aparente y su aire divertido, no exento de recursos teatrales, destaque aún más por encima de ¡ciertas concesiones innegables. Estas concesiones, en lo que al personaje principal se refiere y su toma de conciencia ante sus víctimas, no empañan, sin embargo, el relato, ni su cálido aliento entre patriótico y retórico muy dentro del estilo de¡ siglo XIX.Más discutible resulta su pretendida justificación del terrorismo de cualquier siglo o significado, su intento de explicar la violencia como respuesta a la violencia, aunque ello se realice a través de una parábola política. En nombre del papa reycon su Roma nocturna hábilmente reconstruida, su ambientación excelente y su música inspirada en temas que nos acercan a una realidad más cercana que la de película se nos ofrece como un alegato Popular en contra del poder temporal del papado y a la vez como una bella historia sobre la libertad y en contra de la pena capital, en un tono acertadamente melodramático. Cine de calidad, en suma, dirigido a todos, fácil de comprender por cualquier tipo de público, político a su manera, maduro y divertido a un tiempo., su aparición en nuestras pantalas nos redime, siquiera sea por un tiempo, de tanto relato experimenta¡, de tanta historia pretenciosa, -de tantos hechos sucedidos en lejanas galaxias, o en el mundo del sexo.