_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El Poder y los intelectuales

ENTRE LAS causas que provocaron la caída de la Monarquía en abril de 1931, los historiadores suelen conceder un lugar a la incomunicación entre la Corona y los grandes intelectuales de la época. Por razones que seguramente tuvieron que ver con su formación, con su carácter o con el clima de su tiempo, lo cierto es que Alfonso XIII se mantuvo alejado o sólo estableció relaciones esporádicas y poco significativas con los intelectuales y creadores que, sin embargo, hicieron de la España de la Restauración uno de los momentos más fecundos de la historia cultural de nuestro país. Ese distanciamiento de la Monarquía de hombres como Ortega, Unamuno, Marañón y Pérez de Ayala, así como de la gran mayoría de los miembros de la siguiente generación, se halla de alguna manera en los orígenes de la proclamación de la II República, a cuya consolidación contribuyeron en un primer momento -antes del «no es esto, no es esto»- con su militancia en la Agrupación al Servicio de la República. No han escaseado los gestos de don Juan Carlos I, a lo largo de su reinado, para demostrar que aquel error histórico iba a ser subsanado por su descendiente y heredero. La presencia de los Reyes en el discurso de toma de posesión de Carmen Conde en la Real Academia Española, y antes sus coloquios con Vicente Aleixandre, Salvadorde Madariaga y Claudio Sánchez Albornoz, han sido una clara muestra de esa voluntad de integrar decididamente al mundo de la cultura en las prioridades del Estado. Pero cualquier duda acerca de la exístencia de ese proyecto por encima de la coyuntura política se desvanece definitivamente ante la noticia de la audiencia en la que don Juan Carlos ha departido, durante más de una hora, con Gabriel García Márquez.

El autor de Cien años de soledad no es tan sólo uno de los más grandes narradores que han escrito en nuestra lengua y que han contribuido de manera decisiva, a través de su traducción a decenas de idiomas, a mostrar el vigor, la frescura y la imaginación de una cultura creadora que tiene sus raíces en ese castellano tan denostado. Es, también, el escritor que ha reflexionado, en El otoño del patriarca, acerca de la soledad y la crueldad del poder absoluto y el ciudadano de América Latina; que ha dedicado buena parte de su actividad, durante los últimos años, a denunciar las violaciones de los derechos humanos en su continente y a organizar la solidaridad mundial para liberar a los presos políticos, frenar la omnipotencia de las dictaduras y hacer más difíciles las torturas, las «desapariciones» y los asesinatos de quienes disienten de esos poderes absolutos.

Por esa razón, la entrevista del Rey con el escritor colombiano se halla por encima de toda sospecha de que la cultura pueda ser contemplada desde el Estado como coreografía o adorno. Recibir ahora a Gabriel García Márquez -como antes a otros intelectuales- significa dar entrada, en el enrarecido clima del poder, a esa incontrolable e impredecible realidad, compuesta de distanciamiento crítico, reivindicación de valores por encima de las coyunturas y compromiso con la condición humana, que suelen repres entar los hombres de ideas y los creadores que no se resignan a ser funcionarios de los Gobiernos o suministradores de coartadas para la prepotencia, la injusticia y la indignidad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_