Más furbo
Creo que alguna vez he diferenciado en algún delicado ensayo el fútbol (que es una cosa que juegan los dandies ingleses en calzoncillos largos) del furbo, que le dicen aquí el personal y los conductores de camionetas que llevan al estadio: el furbo es una chapuza nacional de la que vamos a seguir hablando.El Metropolitano de los años veinte, donde hundimos en la hierba a la armada invencible de la pérfida Albión, donde Young Martin supo, de esquina en esquina de mi barrio, que más dura será la caída, donde corrieron los galgos heráldicos por el escudo democrático del domingo, el Metropolitano, digo, era zona deportiva y de ella y del Bernabéu se quiso hacer espacio verde, pero Arias Navarro se opuso, cuando se oponía a cosas, y amenazó con leer el testamento de Isabel la Católica por el telechisme.
Pero sigamos con el furbo. El Vicente Calderón se hace también sobre zona verde y amenaza, en planos, con saltarse el Manzanares como un garrochista de Goya llamado Antonio Martínez y vinculado -dicen- a la obra de Dios. Más lo que le roban a la mismísima y honesta rue para aparcamiento dominical de los coches de la afición. El Real Madrid de Bernabéu era la política exterior de Franco (que sí tenía una política exterior, contra lo que dicen ahora sus memorialistas), y el Atlético, presuntamente casta y madriles, venía del Atlético Aviación, que todavía tiene capilla abierta en El Avión de los altos de Hermosilla, con piano nocturno del cojo e inspirado César y una juventud orfeónica encerrada dentro de un espejo (los espejos son el traje de noche de la muerte), que canta y toma whisky con pipas de girasol.
El Atlético tiene en su álbum de ¿romos coleccionables a Ben Barek y al marqués de la Florida, ex combatiente de Girón (con Girón), al difunto García Lomas, con su caja de explosiones incorporada, al ministro De la Mata y así. Dentro de la zona Metropolitano/Moncloa (y perdonen la confusión y oscuridad de la columna, pero esto no es un informe, es El proceso), había parcelas cedidas al Ayuntamiento para usos culturales. De Islas Filipinas a Cuatro Caminos no existe una sola escuela pública, en benefició de la decena de colegios religiosos que monopolizan la enseñanza y la tabla de multiplicar en el barrio. Ni bibliotecas públicas ni parques infantiles.
Esquina a Beatriz de Bobadilla había una zona verde, pero en el reciente y pasado Día del Arbol, mientras Alvarez Alvarez plantaba el suyo, que el libro ya lo tiene escrito, y el hijo también, unos señores con camión se llevaron el pequeño jardín enrollado como una alfombra y cortaron con soplete la barandilla del ocio. Pero volvamos a los tiempos de Arias, e incluso de Mortes, que desde la Obra de Dios y el Ministerio de la Vivienda donó al Arzobispado de Madrid/Alcalá un área cultural para que el arzobispo la bendijese y convirtiera en área religiosa, que dice que no había de eso en el barrio. Veamos: se trata de la zona de mayor densidad de Madrid en capillas, congregaciones religiosas, colegios religiosos, clínicas con oratorio y cosas. Seis colegios mayores, agustinos y dominicas, tres o cuatro congregaciones, el oratorio de la Cruz Roja y las iglesias de Bravo Murillo. Más el Dios bendiga cada rincón de esta casa, que es como un gas en cada piso a lo divino.
La divinal parcela pasa al párroco de San Bruno, quien la cambia por otra mejor y, para costearse el complejo parroquial, pone en el subsuelo un aparcamiento de coches. Cristianos, católicos, vecinos, creyentes, hermosas gentes de la vida cotidiana, viven la perplejidad de ver a Dios erigido sobre un cementerio de automóviles por el que se mueve la sombra de Arrabal entre las plurinacionales del motor: SEAT, FIAT, Simca, Porsche, Citroën, Ferrari. La pequeña parcela religiosocultural les ha salido a Dios y al párroco de San Bruno en treinta millones de pesetas, de los que el párroco le ha dado diez al Ayuntamiento, y Dios, ruborizado, no ha querido saber nada.
Están en obras. Pero ya dan fiestas, bodas, bautizos, confirmaciones y cotillones. El furbo degenera en hostelería pasando por el Arzobispado de Madrid/Alcalá. Dios y Bernabéu no salen de su asombro.
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