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El Papa besó la tierra americana después de descender del avión

El papa Juan Pablo II, al pie de la escalerilla del avión, se detuvo un instante, bendijo el suelo, se arrodilló y lo besó, nada más pisar ayer tierra americana. Eran las 13.44 horas locales (18.44 en España), en el aeropuerto Las Américas, de Santo Domingo, bajo un espléndido sol tropical.

El avión DC- 10 de Alitalia había aterrizado catorce minutos antes, procedente de Roma, y era la primera etapa de esta peregrinación americana del Papa polaco, que seguirá mañana viernes en tierra mexicana, para la inauguración de la Tercera Conferencia del Episcopado Latinoamericano.Sólo después de ese gesto imprevisto y simbólico, el presidente de la República Dominicana, Antonio Guzmán, se acercó al Papa, le estrechó la mano, y el Papa le abrazó.

A continuación, el Pontífice fue saludado por la esposa del presidente dominicano, Renée Klang de Guzmán, y luego por el cardenal Octavio Antonio Beras, arzobispo de Santo Domingo y Primado de América. Mientras tanto, la artillería dominicana disparaba las salvas de ordenanza para la visita oficial de un jefe de Estado.

El Papa, acompañado por el presidente Guzmán y el cardenal Beras, se acercó a una tribuna, desde la que escuchó con semblante de meditación la interpretación de los himnos nacional dominicano y pontificio.

Terminados éstos, el presidente Guzmán pronunció una breve alocución de bienvenida al Santo Padre, centrándose en dos temas: el agradecimiento del pueblo dominicano por esta visita papal y el papel histórico privilegiado que le tocó a esta tierra insular para la predicación del Evangelio y la defensa de los derechos humanos en toda América.

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Santo Domingo, paralizado

Todas las actividades del país están paralizadas en Santo Domingo con motivo de la llegada del papa Juan Pablo II.

Las empresas públicas y privadas se han acooido a la declaración del «Día de regocijo oficial», decretada por el Gobierno. y han dado asueto a su personal en un largo fin de semana de cuatro días.

Miles de personas aprovechan este largo descanso y han decidido irse de la capital, pero llevando sus televisores portátiles para ver las ceremonias papales.

No quiere decir esto que haya menguado el interés por la visita de Juan Pablo II; al contrario, prácticamente esta semana no se ha trabajado en ningún centro de .trabajo pues todo el mundo está pendiente del acontecimiento.

Más de 300.000 personas se estima que participarán en los actos en público del Pontífice, entre los que se incluyen una misa concelebrada en la plaza de la Independencia, una visita al barrio pobre de Los Minas, en la parte oriental de la ciudad, y el recorrido en auto descapotado desde el aeropuerto internacional de las Américas hasta la ciudad, así como una breve visita a la primera catedral del Nuevo Mundo.

Una gira agotadora

De «exhaustivo y agobiador» ha sido calificado el viaje del Papa a Iberoamérica por el propio organizador del mismo, monseñor Paul Marcinkus.

El periplo de siete días en la República Dominicana y México, impregnado de viajes constates entre diversos puntos no precisamente cercanos en este último país, pondrá a prueba la salud de Juan Pablo II, que a sus 57 años goza de excelentes condiciones fisicas.Junto a Juan Pablo II viajan monseñor Agostino Casaroli, secretario del Consejo para los Asuntos Públicos de la Iglesia; monseñor Giuseppe Caprio, sustituto de la secretaría de Estado; los dos secretarios particulares, monseñor Mágee y el padre Dziwisz; dos miembros de la guardia suiza, Alberto Haag y Hans Roggen, y el jefe del servicio de vigilancia del Vaticano, comandante Camillo Cibin.

Acudieron hasta la escalerilla del avión a despedir al Papa el presidente del Gobierno italiano, Giulio Andreotti, y otros ministros. El Papa, momentos antes de subir al avión DC-10 qué le llevará a Latinoamérica, pronunció un breve discurso en el que destacó que su viaje es una misión de fe ».«El Papa -dijo Juan Pablo II -va a arrodillarse ante la imagen de la Virgen de Guadalupe para invocar su protección al principio de su pontificado y poner en sus manos el futuro evangélico de América Latina.»

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