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Creación de matería orgánica sin "fuerza vital"

En el año 1828, el químico alemán WöhIer sintetizó un compuesto orgánico, la urea, a partir de un compuesto inorgánico, el cianato amónico. Una sustancia propia de los seres vivientes había sido lograda en un laboratorio. Los compuestos que integraban, pues, la materia viva lo eran diferentes de los del resto de la naturaleza. El ser humano empezaba a manipular la materia viviente.Ciento treinta y dos años después, en 1960, otro investigador, esta vez norteamericano, R. B. Woodward, logró la síntesis total de la clorofila. El hombre continuaba construyendo las piedras angulares de los seres vivos.

Tradicionalmente, la química orgánica ha sido la química del carbono, ese elemento de la naturaleza cuya fantástica capacidad para formar combinaciones le convierte en clave de la materia viva en la tierra.

En el año 1815, Berceflus había elaborado una teoría según la cual no se podría preparar un compuesto orgánico en el laboratorio sin la contribución de cierta energía: la fuerza vital. La ya citada obtención, en 1828 de la urea, y, posteriormente, en 1845, del ácido acético. sentaban las bases de la química orgánica, con lo que se derrumbaban las viejas teorías que aseguraban que la vida era radicalme,nte diferente del resto del universo.

Hoy existen entre dos y medio y tres millones de productos orgánicos perfectamente conocidos. La obtención de estos compuestos en laboratorios confirma la tesis de que las leyes que rigen la química son las mismas que dirigen todos los procesos vitales. ¿No hay nada diferente, entonces, en la materia viva?

Evidentemente la vía que llevó a tales éxitos científicos no fue, en absoluto, fácil ni sencilla. Cuando Woodwárd sintetizó la clorofila, antibióticos como la aureornicina, la terramicina.y la tetraciclina estaban alcanzando una meta que no era sino el resultado de décadas de investigación humana. Millones de años antes, la naturaleza había llegado también a esos productos tras una serie casi infinita de experiencias y tanteos.

Sin embargo, ahora era el hombre el que dirigía el proceso. Con ello con su aumento y dominio en el conocimiento de la dinámica que ha conducido a la aparición de la vida sobre el planeia, la especie humana se dispone a dar un salto cualitativo, quizá del mismo nivel que el que le convirtió en hombre. A partir de ahora. en un plazo de tiempo de no muchas décadas o siglos quizá sea posible no sólo que el ser humano cree vida, sino que dirija la creación y evolución de esas nuevas formas vivientes. Tal vez no esté lejano el día en el que, asumiendo y entendiendo cada vez en mayor misterio de su identidad convirtiéndose, cada vez, en mayor medida, en rector y creador de vida.

¿Dónde está entonces, esafuerza vital, imprescindible para la creación de materia orgánica, según aseguraba Bercelius? Sin duda, en el propio hombre, que aprendió a hacerlo.

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