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Irán, ante un futuro incierto

Un megalómano acomplejado

Déspota, distinguido y elegante, educado en, las mejores universidades europeas, este hijo de un cosaco analfabeto está dotado de una enorme voluntad de poder y gobernó Irán con mano de hierro. Su padre llegó al trono por un golpe de Estado militar, en 1921.

Su majestad imperial nació en Teherán el 26 de octubre de 1919. Después de graduarse en la Escuela Militar fue enviado a ampliar sus estudios en un colegio de Lausanne (Suiza). En abril de 1936 regresó a Irán e ingresó como cadete en la Academia Militar. Cursó dos años en Saint-Cyr, la Academia Militar francesa. Durante estos años acompañó a su padre en distintos viajes al interior del país. Al principio de la segunda guerra mundial, el emperador Riza Shah, aun que formalmente mantuvo la neutralidad de su país, ayudó a Alemania por simpatía hacia el autoritarismo nazi. Esto provocó la ocupación del Irán por tropas británicas y soviéticas y la abdicación del emperador Riza Shah.El 16 de septiembre de 1941 accedió al trono Mohamed Reza Shah. El nuevo emperador inició una serie de reformas que quedaron, en su mayoría, en letra muerta, debido en parte a la ocupación del país por tropas extranjeras. Entretanto, los soviéticos habían establecido un Estado comunista en el norte de la provincia de Azerbaijan, de la que se retiraron en 1946.

La oposición contra la monarquía comenzó a manifestarse. En febrero de 1949 el sha fue herido en un atentado y el Gobierno iraní declaró fuera de la ley al Partido Comunista Tudeh. El predominio de la Compañía Petrolífera Anglo-Iraní, que explotaba las riquezas petrolíferas del país, creó un profundo descontento entre la clase media de Irán. Como consecuencia de este sentimiento de protesta, el doctor Mossadeqh y el Frente Nacional ganaron las elecciones al Parlamento por una gran mayoría en abril de 1951. Nombrado primer ministro, Mossadeqh nacionalizó la industria petrolífera. Las represalias de Estados Unidos e Inglaterra llevaron a Irán al borde de la ruina.

En agosto de 1953 el sha, apoyado por elementos militares de extrema derecha, intentó deponer al primer ministro Mossadeqh, pero fracasó debido a la violenta reacción popular. Como consecuencia de este golpe frustrado, el sha emprendió el camino del exilio. Sin embargo, pocos días después regresó al caer Mossadeqh, víctima de una conspiración de la CIA. Casi de inmediato el Gobierno de Estados Unidos otorgó al sha 45 millones de dólares para restablecer su economía en quiebra.

La intervención de la CIA resultó trascendente, ya que marcó un cambio decisivo en la política de Irán. Hasta 1953 el sha reinaba, pero no gobernaba. Desde que volvió al trono, instituyó un régimen autocrático y suprimió todas las formas de oposición por medio de la policía política. denominada Savak. El país se enriqueció debido al aumento de la explotación petrolífera y estos ingentes ingresos fueron invertidos, en parte, en la compra de material bélico americano. Las fuerzas armadas iraníes se convirtieron en una de las más potentes del mundo occidental.

El espíritu antidemocrático del sha se confirmó en 197.5 cuando liquidó el sistema bipartidista. Durante su reinado la tortura contra sus enemigos políticos ha sido una práctica frecuente y, como declara un informe de Amnistía Internacional, ningún país en el mundo ha registrado violaciones más graves de los derechos humanos que Irán.

La CIA, en un informe secreto, lo definió como un brillante, pero peligroso megalómano, que sufre de un enorme complejo de inferioridad.

Su ceguera política quedó demostrada al declarar a una revista americana, en julio de 1978, que nadie lo podía derribar y que el pueblo le hacía objeto de grandes manifestaciones de adhesión y cariño. Según otras manifestaciones, ignoraba la magnitud de la corrupción de su sistema.

Según informes de la CIA, por su carácter inestable era un aliado inseguro. La soberbia de su carácter se manifestaba en su lema: «Pide consejo a los técnicos, haz lo contrario, y acertarás.»

Sus caballos eran sus mejores amigos: «Si un día pierdo el trono, me ganaré la vida como criador de caballos de pura sangre.» Otro rasgo de su carácter es su fatalismo, que él llama su temperamento místico. Dijo en una ocasión: «Gobernaré hasta que mi destino decida lo contrario.»

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