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La Iglesia vasca

«(...) El Consejo General Vasco ha advertido que se está creando un peligroso sentimiento antivasquista en el resto de España. Probablemente esa sea en el plano de la psicología social una de las bazas estratégicas de la ETA, empeñada en identificar País Vasco con el independentismo terrorista que ellos representan. Por vía de simplificación y generalización puede transferirse a lo "vasco" las notas que sólo convienen a los terroristas ETA.De momento, ya se han conseguido dos efectos. El primero es el de la insolidaridad más aterradora que habita, por el temor y la inseguridad, en la sociedad vasca. El cuerpo del joven guardia -asesinado de paisano- cayó sobre el claxon del automóvil, que estuvo sonando, como una denuncia insistente y dramática, durante veinte minutos. Veinte minutos llamando a la solidaridad, a la humanidad, a la compasión y al deber ciudadano sin respuesta alguna. Como contrapartida, 12.000 personas se apiñaron en silencio emocionado ante «sus muertos». (...)

La Iglesia vasca vive en una tierra de tensiones y violencia inacabable desde hace muchos años, contemplando una continua violación de los derechos humanos, la comisión de crímenes atroces, el imperio del chantaje, el terror, la coacción, el fanatismo revolucionario y toda suerte de discriminación. Está viendo crecer en la sociedad vasca tremendos problemas políticos, sociales y humanos que alcanzan a la vida moral del pueblo y su voz y magisterio rara vez se escucha. No parece haber registrado la incidencia del cambio político de hecho ni de los valores humanos que la Constitución española entraña para la vida de los vascos y de los demás españoles. Si su silencio era discutible siempre, hoy puede ser gravemente culpable. Ha tenido que ser sacudida por fuerzas y agentes sociales de naturaleza política y cívica que la han invitado a asumir sus responsabilidades morales indeclinables. ¿Por cuánto tiempo puede seguir siendo una esfinge? ¿Qué expresa su silencio? ¿Puede acaso interpretarse como neutralidad ante un contencioso político? Puede ser neutral o silente ante la muerte violenta de cada jornada y ante esa invasión desde dentro del terror, la insolidaridad, la deshumanización. ¿Es cristiana esa actitud?

El comportamiento de la Iglesia vasca es un elemento más de perplejidad para los vascos, los demás españoles y los cristianos en general. Su omisión es un escándalo, una abdicación, susceptible de confundir a todos los hombres de buena voluntad y de fe que vivimos dentro y fuera del País Vasco. Hay que hacerle una pregunta frontal a la Iglesia vasca: ¿Quién predica el amor y la paz en el País Vasco? La respuesta, nos tememos, no señalaría a la jerarquía responsable de aquella región.»

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, 9 enero

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