Reedición de la discografía de Glenn Miller
Cuando suena In the mood o esa versión tremenda de Little brown jug, o los bufidos del Chattanooga choo-choo se viene inmediatamente al recuerdo el nombre de Glenn Miller y un país curioso que aparte de sus ardores políticos y económicos ha creado un mundo peculiar y bien diferente en lo estético: Estados Unidos de América.Y ese país produce junto a músicas tan prototípicas, a quienes las hacen, gentes que pasan rápidamente a engrosar el panteón comunitario apoyados en una vida y tinos hechos que acaban siendo el ideal del buen americano. Una persona de esas, claro, fue Glenn Miller, que al cabo de los años tierie, por fin, reeditadas sus obras completas. Glenn Miller nació el 1 de marzo de 1904 en Clarinda, estado de Iowa (antigua sede de los sioux). Sus padres ya poseían unos maravillosos nombres yanquis, tal como Levis Elmer y Marie Lou. Toda la infancia de Glenn discurrió en el medio oeste, dando tumbos por los estados de Nebraska y Oklahoma. La forma en que se concretaron sus aficiones musicales fue también todo un hito tópico: le compró un viejo trombón a John Mossbager (el sastre local) con el producto de lo que había ganado ordeñando vacas a dos dólares a la semana mientras todavía estudiaba en la escuela. Siguiendo una cierta querencia americana, los Miller se trasladaron un poco más al Oeste, a Colorado, donde Glenn, a los veinte años, conoció su primera experiencia en una banda local: la de Boyd Steven. Era el desmadre de los años veinte y poco después vemos a Glenn en ¡California! tocando ya en la banda de Ben Pollack, con quien se trasladó al centro todavía incontestado de Estados Unidos: Nueva York. Allí, a base de un trabajo increíble (característica que mantendría siempre), se fue haciendo un nombre como trombonista y arreglador en las orquestas de Red Nichols, Victor Young, Jaques Renard y otros más o menos conocidos. El futuro ejemplo de americanos realizó esta labor alucinante en apenas dos años, en los cuales tuvo tiempo incluso para casarse con Helene Burger. En 1930 ayudó a formar la orquesta de Ray Noble (ya ha subido peldaños) pero su ambición secreta era ser el dueño de su propio negocio, esto es, su orquesta. En un gesto que después recogerían sus biógrafos como muestra de sano inconformismo, rechazó un estupendo con trato que le ofrecía la Metro Goldwin Mayer como arreglador a 350 dólares semanales. Miller pasa con un gesto despectivo del gigante cinematográfico, y en 1937 crea su propia orquesta.
Tras un período de duda, de reorganizaciones y puesta a punto Miller consiguió el apoyo de un magnate (Si Shrigman) que poseía una cadena de salas de fiesta en Nueva Inglaterra.
Los montajes del show-bussines americano de aquella época resultaban ya impresionantes y la música que se daba en salas como el Glenn Island Casino o el Meadowbrook llegaba a cientos de miles de hogares americanos a través de la radio en conexiones monstruo (y en directo) que iban de costa a costa. A partir de ahí Glenn Miller, el sonido de sus secciones de viento, las voces de sus solistas Marion Hutton, Ray Eberle y Tex Benecke fueron parte del american way of live 'Además de sus actuaciones, tenía un show diario por la cadena radiofónica Chesterfield (¡lástima que no hubiera sido Coca-Cola!). Al mismo tiempo era capazde grabar seis números en tres horas sobre cilindros de cera. Esas grabaciones velocísimas le permitían llenar los juke boxes de Estados Unidos con sus canciones, hecho al que los famosos Benny Goodman o Paul Whiteman asistían casi impotentes. Venía, además, a hacer una media de cinco shows diarios y con ello iba a ser un nuevo prototipo de americano productivo. Y es que Glenn Miller era más un trabajador que un artista. Para él (como para muchos otros artistas) la música era un negocio y un producto que había que hacer lo mejor posible buscando siempre el apoyo popular.
Pues, además de todo eso, en 1939 él y su orquesta estuvieron a punto de morir helados al estropearse su autobús en una fría (gélida) noche de invierno.
En 1941 pone música a dos películas, Sun valley serenade y Orchestra wives, y ganó entre unas cosas y otras más de un millón de dólares. Ante esto cumple otro sueño americano: comprar un rancho, al cual habría de llamar Tuxe do Junction.
Sigue haciendo arreglos incluso para otras orquestas y se encuentra en la cima. Pero su país está en guerra y entramos en el último acto de la epopeya Miller: disuelve su banda y pasa como capitán a organizar patrióticamente la orquesta de las Fuerzas Aéreas. Es el americano que sabe (como más tarde Presley) darlo todo por su país. Asciende hasta el grado de mayor, su popularidad rebasa todo lo conocido y llega el fin, tal vez la guinda en esta vida prototípica: el 15 de diciembre de 1944 el mayor Miller desaparece en vuelo cuando cruzaba el canal de la Mancha.
Pero no se va del todo, queda una sociedad de Glenn Miller, quedan sus discos (publicados aquí) y un recuerdo de que por encima de modas fue un perfecto americano, junto a Washington, Ford, Clark Gable, Lindberg y muchos más que dieron ejemplo.
Babelia
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