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Barre apela a la responsabilidad de empresarios y trabajadores para mantener estables los precios y los salarios

La economía francesa se habrá restablecido si, a lo largo de 1979, «conseguimos una moderación de la subida de precios y de salarios», afirmó el primer ministro francés, Raymond Barre, ante cuatrocientos jefes de empresa, todos ellos reunidos para evaluar con el profesor en economía y premier galo las perspectivas económicas previsibles a lo largo del año que acaba de empezar. Varios pronósticos, encuestas y estudios recientes convergen para certificar que, de una manera general, los empresarios franceses, al alba del 79, son menos pesimistas que el año pasado por las mismas fechas respecto a la evolución de la crisis económica. Los sindicatos y partidos, y no sólo los de la oposición de izquierdas, avanzan estimaciones en sentido contrario.El «primer economista de Francia», según valoración que del señor Barre hizo el presidente de la República, Valery Giscard d'Estaing, hace un par de años y medio, cuando lo instaló en Matignon (sede del primer ministro), continúa gozando del mismo, prestigio en el Palacio del Elíseo: anteayer, el señor Giscard se reiteró a propósito de «la inteligencia y la lealtad» de su jefe de Gobierno. Por el contrario, de los veinticinco sondeos que han realizado los institutos de la opinión pública desde que ocupa su cargo, veinte han sido negativos, es decir, que han sido más los franceses descontentos con su gestión económica que los favorables. Los empresarios, reacios en un primer tiempo, según encuestas y opiniones de los últimos días, parecen alinearse al rigor espartano de la estrategia económica del señor Barre. Con cuatrocientos de estos últimos fue con los que, ayer, comentó las normas que él estima ineludibles para que Francia, en 1979, consiga restablecerse económicamente. Cuatro condiciones «sine qua non» fueron expuestas para conseguir este objetivo:

1. Defensa del franco y del equilibrio exterior: «Nuestro problema, dijo el primer ministro, consiste en financiar cada año 110.000 millones de francos de importaciones de energía y de materias primas. Esto quiere decir, añadió, que la defensa del frente exterior será el número uno de los objetivos de nuestra política. Si en este dominio no se consiguen resultados satisfactorios desembocaremos rápidamente en la asfixia económica y en el descalabro del empleo y del nivel de vida.

2. Alza de precios y de salarios por debajo del l0%: Para llegar a este resultado, que el señor Barre calcula en un 8% (subida de salarios y de precios), el Gobierno no impondrá medidas autoritarias: los empresarios, advirtió, saben que no contarán ni con la depreciación del franco (para exportar más fácilmente), ni con el crédito fácil. Y a los obreros les ha pedido que sean ellos quienes comprendan que debe existir un arbitraje entre la tasa salarial y el volumen del empleo.

3. En 1979 Francia debe conseguir el saneamiento total de las finanzas sociales, que, al lado del control de los beneficios, será la condición que facilitará la vuelta a la salud de las empresas.

4. Medios excepcionales para las regiones amenazadas: el señor Barre aseguró que todas las posibillidades de las que goza el Estado serían movilizadas para crear empresas y empleos en las regiones más desfavorecidas por la crisis, en particular las que sufren las consecuencias de la bancarrota de la siderurgia y de la reparación naval.

En resumen, el primer ministro no dudó en manifestar su convicción de que la opinión pública francesa ha tomado conciencia de las nuevas condiciones de crisis de la economía mundial y que ya se nota un cambio en su comportamiento que favorecerá la realización de sus previsiones. También estima que los empresarios son menos excépticos y que, hacia mediados del año en curso, ya es previsible un cierto «despertar» de la inversión, que a finales del 79 se traduciría en un crecimiento del 4%, tasa superior a la del 2,5 ó 3 que preconiza la OCDE.

La oposición

Las perspectivas oficiales reseñadas no son compartidas, ni por la oposición de izquierdas, ni por los sindicatos, ni por el partido gaullista de la mayoría gubernamental, que ha concedido una tregua parlamentaria al Gobierno, no por razones economicas (el señor Chirac cuenta con el fracaso de la política Barre), sino debido a su estrategia política antigiscardiana. En materia de crecimiento, y por lo que concierne al paro en consecuencia, el pesimismo es total. Los economistas, con unanimidad no frecuente, piensan que «Francia no conocerá nunca la tasa de crecimiento del año 1973 y, por ello, el desempleo se mantendrá al nivel actual hasta 1985».

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