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"Las olas subían cinco metros sobre la cubierta"

Evangelos Milas, contramaestre del Andros Patria, efectuó anoche unas declaraciones a TVE sobre el siniestro del barco:«¿Qué he oído?, ¿qué he visto? Nada; fue una cosa rápida, y se acabó. A las ocho nos habíamos reunido todos los tripulantes del barco para esperar las doce de la noche y, de esta forma, felicitarnos el nuevo año. No sabíamos nada.

El mar era fuerte, y de repente empezó a salir petróleo por el depósito número 3. El capitán nos avisó a todos para que bajásemos a la banca de salvamento, que estaba en la parte derecha del barco. El petróleo comenzaba a salir por estribor. El bombero y yo, desde arriba, llamamos al primer maquinista. Este vio que había mucho peligro y se acercaba una gran catástrofe. Nos mandó bajar a la barca, pero yo y el bombero nos quedamos en el barco, pensando si podíamos hacer algo.

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De momento, bajaron la barca (el estado del mar hacía muy dificultosa la operación), y acto seguido se alejó con los treinta restantes juntos. Había muchos barcos en la zona, al menos quince, pero algo alejados de nosotros.

A las ocho y media estábamos en el barco el bombero, el primer maquinista y yo. A esa misma hora comenzó a salir de nuevo petróleo.

A las nueve, una nueva explosión. El primer maquinista bajó a las máquinas y nos mandó estar preparados. Entonces el bombero y yo subimos hasta el puente. No sabíamos qué podíamos hacer. Un barco que estaba cerca nos habló por radio; yo me había hecho cargo del timón.

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Un poco después cortamos todas las maniobras, por orden del primer maquinista. Y por el UHF lanzamos un SOS en el que comunicábamos que nos hundíamos.

A las nueve y cuarto, con una nueva explosión, comenzó a entrar agua en el barco y desde el puente llamamos al maquinista, que había bajado a las máquinas, para que subiera al puente. Las olas subían cinco metros por encima de la cubierta. Desde otro barco nos decían que no tuviéramos miedo.

Nosotros ya sabíamos que no podíamos hacer nada en el barco, a pesar de que seguíamos capitaneándolo. Teníamos verdadero miedo, y ya no contábamos con regresar de nuevo a casa.

A las ocho de la mañana vino el helicóptero que nos rescató.»

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