Argelia sin Bumedian: todo desatado
HUARI BUMEDIAN ha muerto mientras en las calles de Argel grandes manifestaciones de masas pedían, con gritos y pancartas, la «continuidad revolucionaria en la línea definida por el presidente». Toda la reacción visible de los responsables del Consejo de la Revolución y del Gobierno ante una fatalidad anunciada hace tiempo parece haber sido esta: reunir sesenta médicos -cuarenta de ellos llegados de ocho países extranjeros- y un «scanner» -un aparato complejo de medicina nuclear llevado en avión especial desde California- para tratar de utilizar la magia científica y contener lo incontenible en una última desesperáción que recuerda la lucha de hace tres años en El Pardo, y la movilización de las masas afectas - o, simplemente, encuadradas- para sostener una revolución cuyo hombre fundamental se extinguía. Sin embargo, todo ha quedado desatado y bien desatado, y el destino de Africa del Norte puede ahora depender de este acontecimiento, en un momento en que los países que soñaron un día con formar un «Magreb unido» sea itan con vendavales venidos del exterior y formando torbellinos en el interior. Hassan de Marruecos, abandonado por Mauritania e incapaz de apagar la antorcha del Sahara, ha tratado de hacer saltar Argelia con un extraño envío de armas por avión, que bien podría ser una maniobra de los propios argelinos para unir a la población en torno a ellos frente al «intento de asalto marroquí». En Libia, Gadafi celebra la organización de la «democracia directa» con un «congresio popular de base» y un «congresio general del pueblo» poco convincentes. En Túnez, Burguiba se extingue lentamente y no se sabe lo que dará de sí el país cuando se vea privado del «combatiente supremo».Sin atar se ha quedado en Argelia toda la institucionalización prevista por Bumedian. El Consejo de la Revolución, que se ha hecho cargo momentáneamente de la jefatura del Estado, es un organismo caduco, cuyo vigor inicial fue destruido por asesinatos, cárceles, exilios y defecciones; teóricamente estaba eliminado por la Constitución de 1976, que nunca se ha puesto en práctica y que trataba de instaurar una «ampliación de la democracia» mediante un sistema electoral (Argelia sólo ha votado dos veces desde su independencia: el referéndum que consagraba la separación de Fraiacia y las elecciones presidenciales por-las que se nombró a Ben Bella, ambas en 1962). El congreso del FLN -el partido único-, que debía aceptar y promulgar esa Constitución, se ha ido aplazando -una y otra vez; estaba previsto para enero próximo: Toda esta suspensión del juego dtmocrático se debe al temor de Bumedian y de -sus hombres de la apertura de un frente «contrarrevolucionario», inevitable ya con la muerte de Bumedian. Los antiguos ministros de Ben Bella, Mohammed Harbi y Hoan Zahuan, han lanzado su campaña contra «la corrupción, la desinformación sistemática y las trampas» del Consejo de la Revolución, y piden el retorno de Ben Bella, prisionero y oculto desde que, en 1965, Bumedian dio su golpe de Estado. Y los argelinos exiliados en Rabat anuncian la creación de guerrillas en la Kabylia. Pero hay movimientos más importantes que estos: los que se deciden en el gran tablero, mundial. Estados Unidos contuvo rápidamente toda la ofensiva antiargelina de Marruecos, y hasta las actividades contra los saharauis, desde que se confirmó la enfermedad de Bumedian. Estados Unidos podría ahora tratar de fomentar una evolución rápida de Argelia hacia una democracia burguesa de corte clásico en torno a la riqueza del petróleo, gobernada por los jóvenes responsables de la industria, técnicos y burócratas; a su favor tiene, además, una sociedad que tiende hacia el consumo y una juventud que se desespera del austero rigor coránico del campesino y guerrero Bumedian. Washington ha firmado nuevos acuerdos comerciales con Argelia para crear una alternativa de riqueza frente a la ayuda soviética. Estados Unidos ofrece la entrada en un sistema con estímulos económicos, el final de la austeridad, una sociedad de consumo -al menos incipientemente- La nueva clase y la juventud argelinas son muy sensibles a este tipo de ofertas, después del cansancio de una revolución de sacirificio incesante, cuyo fruto no acaba de ver.
Bumedian era el hombre de la URSS -lo cual no indica una traición a su patria, sino la creencia de que sólo la URSS podría ayudar a Argelia en la vía revolucionaria-, y ha muerto. No va a ser fácil continuar la revolución en su propio sentido. El entendimiento con Marruecos sería más fácil en este marco, lo mismo que con Túnez. El tema saharaui podría resolverse de una manera negociada. Y si este proyecto se lleva adelante, la URSS habrá perdido una partida enormemente importante.
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