Larga lucha contra la dictadura y la guerra

Salvador de Madariaga y Rojo nació en La Coruña en julio de 1886. Empezó sus estudios en el Instituto Cardenal Cisneros de Madrid y concluyó el bachillerato en París, adonde le envió su familia en el año 1900. Obtuvo, con el número uno de su promoción, el título de ingeniero en la Escuela Politécnica de la capital francesa. Regresó a España y se incorporó a la Compañía del Ferrocarril del Norte, donde trabajó como ingeniero hasta 1916. En esta época colaboró con seudónimo en la prensa madrileña con artículos sobre temas franceses e ingleses. John Walter, de la dinastía de los propietarios del diario The Times de Londres, le contrató como editorialista del gran periódico. Madariaga abandonó entonces su profesión de ingeniero y se trasladó a la capital británica. Allí intervino en la crisis de Irlanda y cooperó en la firma del tratado anglo-irlandés.En 1920 publicó en Londres, escrito en inglés, su primer libro: Shelley y Calderón. Al año siguiente trasladó su residencia a Ginebra al ser nombrado presidente de la Comisión de Desarme de la Sociedad de Naciones. De esta época son sus colaboraciones en el diario madrileño El Sol.

Ocupó la cátedra de Literatura Española en Oxford en 1927, a propuesta del rey Alfonso XIII. Es quizá la única ocasión, en toda la historia de Oxford, en que un catedrático es designado por un rey extranjero. El gran magnate inglés Morris había creado la cátedra en el Exeter College. Este le concedió a Morris el derecho de nombrar al primer titular de la cátedra. Morris cedió el privilegio al Rey de España y don Alfonso propuso el nombramiento de Madariaga.

Durante la República española fue ministro de Instrucción Pública (dimitió a las cinco semanas de desempeñar el cargo) y ocupó las embajadas de Washington y París. En la capital francesa se encargó, en la práctica, de la representación de España ante la Sociedad de Naciones.

La guerra civil española le sorprendió en su cigarral de Toledo. Disfrazado de pastor consiguió huir, perseguido por nacionales y republicanos. Logró alcanzar un puerto del Mediterráneo y emigró a Oxford. Sus gestiones, en favor de la paz española fueron inútiles.

En Oxford se dedicó a la investigación histórica y literaria. Siguió colaborando en The Times y dictó varios cursos en la Universidad de México. Finalizada la segunda guerra mundial, fue elegido presidente de la sección cultural del Movimiento Europeo (hasta 1948) y presidente del Colegie) de Europa (hasta 1964). En 1972 fijó su residencia en Locarno, Suiza.

A lo largo de su vida recibió numerosos premios y condecoraciones. Cabe destacar la medalla de oro de la Universidad de Yale, el Premio Goethe, en 1967, y la Gran Cruz al Mérito que le impuso el embajador alemán en Suiza, el 4 de marzo de 1976, «por la influencia que su pensamiento ha tenido en las ideas de la Alemania Federal de la última postguerra». Ha sido también doctor honoris causa por siete universidades europeas y americanas.

Antifranquista

El prestigio universal alcanzado por Madariaga en el exilio fue ignorado por la España franquista. Terminada la guerra, los vencedores le expulsaron de la lista de embajadores y le negaron el pasaporte. La prensa fascista le dedicó los peores epítetos, calificándole de resentido e «instrumento de las logias». Madariaga, por su parte, no dejó de luchar contra la dictadura en escritos y conferencias. En noviembre de 1944, cuando Franco inició su cambio de frente con una entrevista concedida a la United Press, Madariaga escribió una Carta abierta al general Franco, con un ruego machaconamente repetido: General, márchese usted. En 1947 propuso un Gobierno provisional que convocara elecciones libres. De 1954 a 1957 escribió unas crónicas sobre la situación española que se radiaron por la Radiodifusión Francaise. Estas crónicas se publicaron en Nueva York en 1959 en forma de libro, encabezado por la Carta abierta al general Franco.Madariaga regresó a España, después de cuarenta años de exilio, el 6 de abril de 1976. El 2 de mayo pronunció su discurso de ingreso en la Real Academia Española de la Lengua, titulado De la belleza en la ciencia. Le respondió Julián Marías. Salvador de Madariaga había sido elegido el 20 de mayo de 1936 para cubrir la vacante (el sillón de la letra M) del novelista e historiador Emilio Gutiérrez Gamero.

Después de varias semanas de descanso en España regresó a su residencia habitual de Locarno. El 28 de diciembre de 1977 no pudo asistir, por motivos de salud, al homenaje que le rindió el Instituto de España por ser el numerario más antiguo de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, donde ingresó en 1935. En el mes de julio del presente año, el ministro de Educación, Iñigo Cavero, viajó a Locarno para imponerle la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio y celebrar con él su 92 cumpleaños.

Ingeniero, periodista, diplomático, ensayista, conferenciante, catedrático, historiador y literato, Salvador de Madariaga era, además, un gran músico, un excelente pianista. Pablo Casals comentó que de no haber sido por su desbordante polifacetismo hubiera podido ser el más distinguido pianista del mundo entero.

El último de los numerosos premios que recibió en su vida Salvador de Madariaga fue el Aznar de periodismo, que le fue concedido recientemente por un artículo publicado en Abc, donde colaboraba. El último gesto político de Salvador de Madariaga fue su intención de votar en el pasado referéndum constitucional español. El apoderado designado por el señor Madariaga al efecto no pudo hacer efectivo el deseo del académico, que por un error no figuraba en el censo donde debía estar inscrito su nombre, en un colegio electoral de Madrid.

Bibliografía

Poesía: Romances de ciego, La fuente serena, Rosa de cieno y ceniza.Novela: El enemigo de Dios, La jirafa sagrada, Perceval y los ingleses, La camarada Ana.

Ensayo: Guía del lector del Quijote, Ingleses, franceses y españoles; España, ensayo de historia contemporánea; El genio de España y otros ensayos, Anarquía y jerarquía.

Teatro: La muerte de Carmen, Mío Cid, Don Carlos.

Biografía: Vida del muy magnífico señor Cristóbal Colón, Hernán Cortés, Simón Bolivar.

Entre sus últimas obras figuran: América Latina, entre el águila y el osos; Españoles de mi tiempo, y Dios y los españoles.