El tercer puesto, entre un independiente y el americomunismo
Para nadie es un secreto que han de ocurrir muchas y muy extrañas convulsiones en Venezuela para que en un largo tiempo se rompa la polarización electoral existente entre Acción Democrática y el Partido Socialcristiano Copei. Estos dos grupos son los únicos con opciones reales de triunfo en las elecciones presidenciales del 3 de diciembre. El resto de los partidos en liza son simples acólitos en la ceremonia de los comicios.Esto, por supuesto, no supone ningún demérito para los partidos y candidatos situados al margen de las posibilidades de victoria final. Son grupos y personalidades dignas, la mayoría de larga y limpia trayectoria democrática, con clientelas numerosas y fieles que van a las urnas con el lícito propósito de conseguir buenos puestos en el Congreso venezolano y ejercer desde él la vigilancia y tutela precisas para el funcionamiento adecuado del sistema.
Dilucidados de antemano los dos primeros puestos de la contienda electoral, los apostadores políticos, los pronosticadores, tratan de adivinar qué candidato o partido ocupará el tercer lugar en la lista. También existe coincidencia en señalar que las opciones están repartidas, casi por igual, entre el principal partido de la izquierda, el Movimiento al Socialismo (MAS) y el candidato independiente, Diego Arria.
Este último es, sin duda alguna, el elemento más novedoso y sorprendente de las presentes elecciones. Desaparecido Reny Ottolina (su avioneta se estrelló en las proximidades de Caracas), cuya aparición en la escena política resultó tan exitosa como su carrera de hombre-espectáculo, Diego Arria surgió en el panorama electoral para tratar de atraerse el apoyo de los independientes, de los descontentos de los dos grandes partidos.
Arria es un joven político (acaba de cumplir cuarenta años), al que se augura un brillante porvenir. Ha suscitado constantes y apasionadas polémicas y, aunque gozó y goza de la confianza plena del presidente Carlos Andrés Pérez, nunca fue bien visto por las autoridades del partido del Gobierno, Acción Democrática. Estas son las razones, se dice, por las que se vio obligado a dimitir de su cargo de ministro de Información y Turismo.
Diego Arria (que se confiesa ferviente admirador del presidente Suárez) ofrece una imagen muy kennedyana, a la que contribuye notablemente el apoyo de su esposa, también lanzada a la política. Los expertos consideran su campaña electoral (dirigida por expertos norteamericanos), en lo que a publicidad en televisión y radio se refiere, como la mejor diseñada y la más atractiva. Resulta, al menos, curioso analizar el origen de los enormes gastos que la campaña de Arria ha ocasionado, sobre todo si se tiene en cuenta que ningún partido le respalda y no dispone de amplia nómina de militantes. Aunque la pareja formada por Diego Arria y su esposa, Tiqui Atencio, conforma lo que se puede llamar un matrimonio acaudalado, es difícil admitir que puedan personalmente hacer frente a tan grandes dispendios. Para la mayoría, Arria tiene el apoyo de los doce apóstoles, como se conoce a un grupo de industriales y financieros venezolanos que controlan prácticamente toda la economía del país,quienes ven en el joven político un futuro presidente muy acorde con sus deseos y preferencias.
José Vicente Rangel, candidato del Movimiento al Socialismo, es, con Diego Arria, el más firme aspirante al tercer puesto en los resultados electorales. El partido, de tendencia e ideología americomunista, ofrece a sus electores una opción de socialismo nacional en la que creen muchos intelectuales, políticos y profesionales de pasadas generaciones, la mayoría desengañados o desenganchados del tronco inicial de Acción Democrática, cuando este partido varió, hacia la derecha, sus planteamientos izquierdistas.
El resto del espectro político se reparte, casi por igual, entre el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), el Movimiento Electoral del Pueblo (MEP) , el Partido Comunista de Venezuela (PCV) y otros grupúsculos como el Movimiento de Renovación Nacional (Morena), la Cruzada Cívica Nacionalista (CCN) y el Frente Unido Nacionalista (FUN).
El Partido Comunista de Venezuela, que en las pasadas elecciones obtuvo el 1,19% de los votos, es el refugio de los comunistas ortodoxos, inquebrantablemente fieles a Moscú y ajenos a cualquier veleidad carrillista.. Héctor Mújica, su candidato (periodista de oficio), es una personalidad muy respetada en Venezuela, perfectamente consciente de las posibilidades electorales del partido.
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