Los museos de arte moderno deben integrarse plenamente en la sociedad
Responsables de varios museos de distintas partes del mundo visitaron ayer el de arte abstracto de Cuenca, dentro del programa de actos de la reunión que estos días ha celebrado en la Fundación March de Madrid el órgano ejecutivo del comité del Consejo Internacional de Museos de Arte Moderno (CIMAM). Uno de los temas que han tratado los miembros de este comité ha sido el de la adecuación de la arquitectura a las necesidades que plantea un museo de las características de los que ellos dirigen. En este sentido, en una conferencia de prensa que concedieron algunos de los componentes del mencionado comité, el director de un importante museo de Amsterdam señaló que no es tan esencial el medio ambiente en que se sitúa el museo como la capacidad que éste tenga para asimilar todas las tendencias que se producen actualmente en el mundo del arte moderno.
Esa es, en efecto, la conclusión global que se obtiene hablando con los responsables de tres de los principales museos de arte moderno europeos: el del Centro Pompidou, de París; el del Stedelyk, de Amsterdam; y el de Sztuki Lodzi, de Polonia.Otra de las cuestiones que preocupan a los directores de museos de arte moderno es la de la inserción de estas entidades en el desarrollo de la vida social de los lugares en los que están ubicados. Ryszard Stanislavski, director del museo polaco, describe en este sentido, lo que se ha hecho en Polonia para interesar a los posibles clientes de la entidad.
«Nuestro museo -dice el señor Stanislavski- está situado en una ciudad industrial habitada por un millón de personas, en su mayor parte obreros a los que en principio les resultaba ajena a la idea del arte moderno. Nosotros hemos organizado numerosas exposiciones pequeñas en las distintas fábricas y les hemos descubierto a los trabajadores un mundo auténticamente nuevo.»
Esa es una forma de sensibilización, en un medio ambiente determinado. Sin embargo, dice el director del museo Stedelyk de Amsterdam, Edouard de Wilde, «el desinterés por los museos de arte moderno puede remediarse de manera mucho más eficaz si se actúa desde que el niño está en la escuela».
La lucha por popularizar el museo de arte moderno y ponerlo al alcance de todas las clases es también una lucha para acabar con el carácter elitista del arte.
«Se están logrando muchas cosas», asegura Pontus Hulten, director del museo de arte moderno del Centro Pompidou, de París, y presidente del organismo que agrupa a esta clase de entidades «Nuestra exposición París-Berlín fue visitada por 400.000 personas Por otra parte, desde la creación del centro, hace dieciocho meses, son doce millones los visitante que ha tenido el museo. »
Este reguero de cifras se le ocurrió al señor Hulten cuando se le planteó esta realidad dramática: el 80% de los españoles, según revelaba Informaciones el pasado jueves, jamás ha ido a un museo o a un centro de carácter similar, incluidos los monumentos.
Esta situación puede resolverse, insisten los tres especialistas con los que hemos hablado, con una suficiente educación artística en las escuelas, con la popularización global del arte y, añade el señor Hulten, «dándonos cuenta los que nos dedicamos a esto que los museos no son nuestros, sino del público». «Del público y de los artistas», apunta el director del museo holandés.
España, el "Guernica"
Es la primera vez que, desde su creación en 1958, el CIMAM se reúne en España. Los directivos de los museos son unánimes con respecto a su apreciación del arte español. Stanislavski afirma: «El arte español contemporáneo, el del siglo XX, tiene una gran importancia en el mundo. No es una casualidad que hayamos venido aquí.» La señora Marguitte Raoul, conservadora del museo de arte moderno Gugghemheim, de Nueva York, en declaraciones a Radio Exterior de España, dijo: «El arte español de este siglo ha disfrutado de la desventaja de que España se hallaba en cierto modo aislada. Eso le ha permitido al arte permanecer incontaminado.»Todos los responsables de museos que participan en esta reunión de ejecutivos del CIMAM han visitado el museo del Prado. ¿Ven ustedes -les preguntamos-, como especialistas en la materia, al Guernica de Picasso en el museo del Prado?
El director del museo del Centro Pompidou es el más respetuoso con el deseo histórico de Picasso. «Naturalmente que es posible que el Guernica se ubique en el museo del Prado. Entre otras razones, porque el artista quería que ese cuadro estuviera precisamente en el museo del que él fue director.»
El señor Stanislavski tiene una visión más populista y más personal: «Pienso que, puesto que algún día vendrá a España, el Guernica debe ser llevado a la localidad de la que recibió el nombre y cuyo bombardeo inspiró al artista. El no quería pintar sólo un cuadro, sino que sobre todo quería dejar un símbolo. Y ese símbolo ha de ser situado en su origen. Por supuesto, hay muchos museos que podrían dar abrigo a esta obra de arte, pero ningún lugar mejor que el propio Guernica.»
La conservadora del Gugghemheim de Nueva York fue más diplomática en las declaraciones que hemos citado. Para ella era mejor no pronunciarse sobre el tema de la ubicación española del Guernica, que por otra parte se halla en el museo de Arte Moderno de Nueva York, cuyo director, anunciado entre los asistentes a esta reunión, se ha quedado en Norteamérica, como el tan reclamado cuadro.
La nueva era
El director del museo Stedelyk, de Amsterdam, señor De Wilde, insiste, por otra parte, en la necesidad de que los museos de arte moderno se enfrenten a los nuevos retos. «Ya no se trabaja sólo con pintura y escultura. El museo se halla ante problemas complejos y diversos. Esto requiere una técnica diferente, dirigida a un diferente tipo de público. En nuestro museo, en concreto, ya hemos comenzado a poner en práctica nuevas experiencias. Para ser verdaderamente de arte moderno incluimos de vez en vez recitales de música, espectáculos de ballet y de teatro, utilizamos el video, etcétera.»
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