En defensa de Xirinacs

Aun sabiendo cuáles son, más o menos, los sectores sociales de los que es portavoz EL PAIS, no deja de sorprender al ingenuo lector el tremendo odio de clase que destila un editorial como el que dedican ustedes a Xirinacs bajo el título de «Un histrión en el Senado». La violenta diatriba contra este señor (al que, por lo menos, deberían ustedes reconocerle la rara virtud no teologal de decir siempre lo que piensa, en vez de lo que imponen conveniencias, oportunismos o consignas) la articulan ustedes garbosamente sobre el soporte cruzado de unos sustantivos antinómicos (violentos-pacíficos, crimiales-justos,carniceros-mansos de corazón) cuya adjudicación personal concreta es bastante menos obvia de lo que el editorialista parece suponer. Para mí, por ejemplo (por poner uno de tantos sufridos lectores de su diario), está por demostrar que quienes atentaron contra la vida de, digamos, un Heydrich en la Checoslovaquia ocupada fuesen los criminales, los carniceros, los violentos, y que el propio Heydrich fuese, por contraste, el hombre justo, el pacífico y el manso de corazón. Quiero decir, señor director: no escriban ustedes sus editoriales como si sus particulares puntos de vista sobre lo bueno y lo malo fuesen los únicos frutos legítimos de toda evidencia posible.Como un eco del talante ideológico del editorial que comento, en la página 14 del mismo número de EL PAIS se nos notifica que el señor Fanjul, fiscal del Reino, «no puede actuar contra Blas Piñar», pero sí contra Xirinacs, acerca de cuyas declaraciones «ha recibido cuatro notificaciones gubernativas».

Lo dicho: sería, creo yo, deseable que utilizasen ustedes en lo sucesivo el lenguaje de quienes admiten la posibilidad de que no todos los que (a falta de algo menos deshonesto) nos vemos forzados a leer cada mañana EL PAIS compartimos los puntos de vista ni la podrida moral oligárquica de quienes nos gobiernan.