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Tribuna
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Bases para un programa de formación de especialistas en creatividad

En las, un poco alejadas en el tiempo, Escuelas de Verano se ha podido constatar un fenómeno singular: el auge de los cursos relacionados con la creatividad y las áreas educativas de expresión. A modo de ejemplo, muy ilustrativo, en la XIII Edición de la Escuela de Verano de Rosa Sensat, en Barcelona, entre los 305 cursos programados podíamos encontrar dedicados a estas actividades un total de 97, y en la III Escuela de Verano de Madrid, organizada por Acción Educativa, se producía una similar proporción, 37 cursos dedicados a estas actividad es de un total de 112. Un dato más: son estos cursos los primeros en cubrir sus plazas y, considerando una medía hipotética -muy superada por la realidad- de cuarenta asistentes por curso nos encontramos con unas cifras totales en los dos casos citados de 3.880 y 1.400 asistentes. Se pueden deducir cifras muy significativas si se tiene en cuenta que en este verano se han celebrado alrededor de treinta convocatorias de Formación de Profesorado a través de diversas Escuelas de Verano.Es un hecho que el maestro durante su período de formación profesional no ha recibido una orientación metodológica, ni didáctica, de utilidad para la práctica posterior de actividades «creativas» y «expresivas», y todos los intentos que en la práctica cotidiana de la -escuela se_ producen tienen su origen en una inquietud personal ante el tema, que ha conducido al maestro a la búsqueda de cursillos, lecturas, etcétera...

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El cuerpo, instrumento de expresión
Una legislación imprecisa y que no se cumple

Este es el panorama de carencias frente al cual, y sin ánimo de dogmatizar sobre el tema, nos podemos plantear un posible Curso de Formación de Profesorado. El Colectivo de Expresión de Acción Educativa ha partido en este caso de tres supuestos, en base a los cuales se ha estructurado un plan a desarrollar en dos cuatrimestres y que quedará abierto a continuar la experiencia posteriormente: ,

- Técnicas de expresión y comunicación (con la intervención de elementos y materiales intermediarios entre el individuo y la creación realizada).

- Técnicas de expresión y comunicación (sin intervención directa de materiales ajenos al cuerpo como instrumento de comunicación). - Técnicas de creación literaria.

En el primer supuesto se incluyen actividades básicas como: expresión plástica, comunicación a través de las imágenes, iniciación a la creatividad, juegos de expresión musical; y complementarias como la expresión verbal y corporal. Conviene precisar que no se trata en ningún caso del típico taller de plástica, con sus criterios miméticos, estéticos o técnicos, ni de las interminables sesiones de solfeo, ni de... tantos estereotipos artísticos con los que apábullamos al niño o joven ante la mitificación del ¡¡¡ARTW!, sino, muy al contrario, de propiciar, potenciar, favorecer... la expresión personal por todos los medios posibles, siendo el niño/joven, futuro beneficiario de esta actividad, abierta, activa, lúdica.

En el segundo caso el acento recae sobre las actividades que tienen como centro al propio cuerpo como elemento de expresión, siendo básicas: expresión corporal, danza, mimo y pantomima, expresión verbal, dramatización, y complementarias: música y títeres.

En el tercero de nuestros supuestos fijamos la atención en las actividades literarias dentro de las aulas, estudio de los autores para niños y jóvenes, poesía infantil, técnicas de creación literaria, formación de bibliotecas.

Correlacionado con estos supuestos debiera investigarse la integración de tan diferentes mundos y técnicas en trabajos unitarios, así como estudiar detenidamente la incidencia de estas actividades en el desarrollo afectivo-intelectual de los niños, en la dinámica de la clase y de la escuela, en la comunicación interpersonal e intragrupal, y, consecuentemente, realizar una elaboración de bases metodológicas que permita al maestro, así formado, la práctica cotidiana, salvando el vacío y la angustia, casi enfermedad profesional, cuando no se desarrolla una pedagogía adocenada, del «no saber qué hacer hoy». ¿Qué supone esto? Sin duda, una sensibilización ante el problema, y un cambio de actitud ante la actividad de la clase, desde sus más profundas raíces, para desterrar, de una vez, el mito del «maestro que todo lo sabe» y acercar al niño a una persona que le introduce en un mundo creativo, sin subirse en una tarima, sino andando de la mano -incluso mejor sueltos, al lado uno de otro-.

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