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Reportaje:

La informática aplicada a la comunicacion comienza a cambiar las relaciones sociales

«Quizá la cuestión más importante acerca de las computadoras sea qué han hecho y qué harán en relación con la opinión del hombre sobre sí mismo y de su lugar en el universo. Los ataques más violentos contra las mismas se centran no tanto en sus posibles efectos económicos, la presunta destrucción de la satisfacción en el trabajo o las amenazas a la intimidad y la libertad, cuanto en la acusación de que las personas lleguen a contemplarse a sí mismas como máquinas.»

«La evidencia empírica no ofrece apoye a la queja ocasional de que la computadora mecaniza y deshumaniza a la especie humana.» Estas palabras del psicólogo Herbert A. Simon sirven de introducción al análisis de un nuevo fenómeno tecnológico: la informática aplicada a las comunicaciones.«Toda revolución tecnológica ha provocado en el pasado una intensa reorganización social y cultural de la sociedad sobre las consecuencias del cambio económico. El advenimiento de la máquina de vapor, del ferrocarril, de la electricidad, sirvió para salir de una crisis y, a la vez, para entrar en otra. Pero la revolución informática va a tener consecuencias mucho más importantes e imprevisibles, porque es el factor común que permite acelerar, aplicada a la información, todas las otras tecnologías. Va a modificar el sistema nervioso de las organizaciones y de toda la sociedad.»

Esta previsión, adelantada en el informe Nora-Minc sobre Informatización de la sociedad, elaborado por mandato del presidente Giscard d'Estaing, y recientemente publicado en Francia, ha sido corroborada en Madrid no sólo por uno de los propios autores del informe -Alain-Minc-, sino también por un buen número de profesores españoles, entre los que pueden citarse a José Luis Villar Palasí, Francisco Murillo Ferrol, Juan Diez Nirolás, José Castillo, Jesús Moneo, José Ramón Masaguer y Rafael Portaencasa, que han participado, en el marco de la exposición del SIMO, en tres mesas redondas sobre Prospectiva social de la telemática.

La palabra telemática (abreviatura de teleinformática), nos guste o no, está ahí. Y responde a un hecho bien concreto y experimentado. Hasta hace muy poco tiempo, la informática y las comunicaciones seguían un camino paralelo. Pues bien, ya se han juntado y nos han dado la telemática, cuya paternidad en español la reclama para sí el ingeniero de telecomunicaciones Luis Arroyo Galán (Novática, mayo 1977). Sin embargo, quienes han dado proyección europea al término son Simon Nora y Alain Minc, que lo utilizan en su informe (télèmatique). El neologismo acuñado en Estados Unidos es todavía, si cabe, más grotesco: compunication (de computer y communication).

La fusión de las dos tecnologías (informática y telecomunicación), que empezaron siendo paralelas y luego se hicieron convergentes, alumbran esta nueva ciencia, que va a constituir la llave de la revolución técnica, cultural y social que ya ha comenzado a vivir la sociedad posindustrial.

¿Miedo a la tecnología?

Hasta un período reciente, la informática era cara, elitista y provocaba el pánico en el público. Hoy ya se le ha perdido el miedo, es relativamente barata y está muy extendida. Según datos de diversos organismos oficiales, unas 75.000 personas están trabajando en la actualidad en informática en España. Más de 5.000 terminales funcionan actualmente en la red pública de datos, y éstos sólo alcanzan un 25% del total de terminales de toda España.Existen, por otra parte, facultades universitarias de informática en Madrid y Barcelona, y son incontables las familias que utilizan a diario microordenadores en sus casas.

En el orden de las comunicaciones, la línea telefónica o el canal de televisión constituyen las ptemisas de este encuentro tecnológico con la informática. Ambas líneas se funden en trasmisores polivalentes y en conexiones en sus extremos con ordenadores. De esta manera surge el correo electrónico, el acceso a los bancos de datos, servicios de mensajes televisivos, periódico adomicilio...

En la actualidad, por una simple llamada telefónica conectada a un ordenador, se obtiene la consulta directa a bancos de datos existentes en casi todo el mundo o, como sucede en algunos países, te sirven el periódico a domicilio en la pantalla del televisor o te enteras de las plazas libres de los hoteles del propio país o del extranjero. Según las últimas estimaciones, tan sólo en Londres el periódico televisual tendrá 2.000 abonados en 1980, es decir, dentro de un año.

Ante esta revolución electrónica que se avecina y que, en principio, amenaza terminar con la prensa escrita, paradójicamente, ha sido esta misma prensa la que ha tomado iniciativas en esta operación. Grandes grupos, como Hachette, en Francia, o el grupo editorial del New York Times, de Estados Unidos, que ha constituido el banco de datos más importante, han incorporado seriamente terminales y ordenadores. El propio periódico EL PAÍS posee un terminal conectado con el banco de datos del New York Times.

La telemática transformará las relaciones de poder. Alain Minc ha defendido que va a terminar con el binomio capitalismo (liberalismo)-marxismo, propio de la sociedad industrial. Por el contrario, la sociedad posindustrial es pluriconflictiva (educación, salud, vivienda, medio ambiente, demanda de comunicación), y la simbiosis infórmática-comunicación ayudará al planteamiento correcto de todos estos problemas y a su resolución.

En el orden nacional, la telemática puede ayudar a la descentralización definitiva del poder y a la socialización de las decisiones. Pensemos por un momento, con el profesor Murillo Ferrol, en la posibilidad de la instauración del voto electrónico directo de cada ciudadano emitido desde sus respectivas casas sobre los asuntos de importancia para el grupo social: ordenamientos legales, instalación de centrales nucleares, subida del coste de la vida. Esta participación directa de la población eliminaría el actual sistema de partidos y la configuración parlamentaria de las tendencias sociales.

Pero este poder informático aplicado a las comunicaciones, que puede fácilmente socializar la información y hacerla llegar por todos los canales disponibles y en todas las formas de comunicación hasta los ahora considerados contrapoderes (radios libres, ecologistas organizaciones de consumidores...), puede también favorecer la función alienante del poder, ahondar sus diferencias mediante el desarrollo de grandes redes de telecomunicación unidireccionales, unidas a los grandes centros de decisión. IBM, por ejemplo, y otras multinacionales, suponen un peligro real de manipulación y dominio, según Nora-Monc.

Los optimistas creen, por el contrario, que el «paraíso informático» pondrá sus «milagros» al alcance de cualquier mano. Informática es igual a información, información igual a cultura, y cultura igual a emancipación y democracia. En definitiva, se producirá una socialización de poderes, un reparto de controles y de responsabilidades individuales. Es decir, la libertad, en último término.

Ante el desafío de esta nueva tecnología, los expertos Simon Nora y Alain Minc creen que la actual incertidumbre se deriva de la falta de organización de ideas y recursos más que de otra cosa. Estos autores creen también que la telemática es imparable, y no precisamente bajo una perspectiva fatalista, sino por las ventajas que va a aportar al mundo del trabajo.

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