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Entrevista

Victoria Kent: “Falta autoridad y fuerza para acabar con la violencia”

A un año de su primer regreso del exilio, Victoria Kent se encuentra de nuevo en España. Su visita coincide con la presentación de su obra Cuatro años de mi vida, editada por Bruguera, especie de diario o crónica personal que refleja un duro período -1940-44- de temores y persecución en la Francia ocupada.

Victoria Kent, diputada por Izquierda Republicana, directora general de Prisiones, la primera mujer que entró en el Colegio de Abogados de Madrid, feminista de vanguardia. Su nombre, inmortalizado en el famoso cuplé Pichi, de Las Leandras, tiene ya categoría de mito para la Historia; un mito que vive todavía en esa anciana octogenaria que desciende con dificultad las escaleras y se queja de esos sillones demasiado bajos y mullidos de los que no hay manera de levantarse. «Menos mal que siempre hay alguien dispuesto a echarme una mano», comenta.

Pero en este caso la decadencia es sólo del cuerpo; la lucidez de la mirada, la claridad con que se expresa, la vitalidad de su memoria bien lo demuestra.

EL PAÍS. Señora Kent, háblenos primero de su libro.

Victoria Kent. Este libro lo escribí mientras estuve oculta en la embajada de México en París, donde busqué refugio porque alguien de la embajada española -cuyo nombre no conozco y a quien debo la vida- me avisó que era conveniente que durante unos días desapareciera de la circulación. Hice caso de la advertencia y no fue en vano, porque una noche, la misma que cogieron a Zugazagoitia, se presentó en mi casa un coche de la Gestapo y otro de la policía franquista. Afortunadamente yo ya no estaba.

Pasé diez meses en la embajada. Para matar el tiempo y hacer ejercicio subía al ático y jugaba yo sola a la pelota. Me puse a escribir como evasión, como una necesidad de mi espíritu.

No tenía la menor intención de que se publicaran esas páginas, pero un gran hispanista y amigo, Pierre Darmanchard, las leyó e insistió en que debían editarse. En castellano apareció el libro por primera vez en Argentina, en la editorial Sur, y ahora, en esta segunda edición de Bruguera, en la que ha trabajado Consuelo Berges más que yo.

Acabar con la violencia

P. ¿Cuál es su opinión sobre los cambios políticos que ha experimentado el país en los últimos meses?

R. Estoy a la expectativa, a la espera de ver cómo evoluciona la situación después de la Constitución. El tránsito a la democracia no pudo ser mejor, pero hay muchos problemas que no presentan aspectos de solucionarse.

Es cierto que los problemas que ha encontrado el Gobierno, la mayor parte de ellos heredados del franquismo, son mucho más graves y profundos que los que tuvo que enfrentar el primer Gobierno de la República, pero me parece que falta autoridad y un poco de fuerza para afrontarlos. Lo más urgente es acabar con esa pesadilla de la violencia, con la cuestión del País Vasco y luego está lo del paro, la inflación, etcétera.

P. Dentro de la reforma penitenciaria que intentó llevar a cabo, ¿cuáles fueron sus principales logros?

R. La primera medida que adopté fue la supresión de las celdas de castigo y la eliminación de las cadenas y grilletes, que todavía se utilizaban, e hice que se concedieran permisos de salida en relación con las necesidades familiares y la conducta del preso. A pesar del escándalo y las protestas que despertó la concesión de tales permisos, ninguno de los reclusos que hizo uso de ellos ocasionó problemas: todos volvieron en el plazo fijado.

Por otra parte, con la creación del Instituto de Estudios Penales para la formación de funcionarios de prisiones intenté influir en este cuerpo, que se encontraba en unas condiciones desastrosas.

García Valdés presentó el libro

Carlos García Valdés, director general de Instituciones Penitenciarias, presentó ayer, en el Club Internacional de Prensa, el libro de Victoria Kent.

El señor García Valdés definió a la autora como «una incansable luchadora por la democracia y la libertad» y situó los tres planos en los que se desarrolló esta lucha: la liberación de la mujer, la reforma penitenciaria y la lucha general contra la dictadura.

Sobre Cuatro años de mi vida dijo que el libro es un ejemplo de la conservación de la dignidad frente a la ocupación nazi que representaba una agresión a la democracia y a la libertad similar a la que había sufrido España años antes.

En relación con la reforma penitenciaria que intentó llevar a cabo Victoria Kent en el breve período que ocupó el puesto de directora general de Prisiones -«una de las más profundas de la legislación penitenciaria española»-, el señor García Valdés señaló que lo que tiene que medir el alcance y validez de una reforma de esta naturaleza es el grado de generosidad que entraña, no el de terror u opresión. Recordó también que diez años después de que Victoria Kent emprendiera una reforma inspirada en este principio de generosidad los reclusos redimían penas construyendo el Valle de los Caídos.

Como se recordará, el pasado mes de marzo, coincidiendo con in momento de gran conflictividad en las prisiones españolas, Victoria Kent envió desde Nueva York un telegrama al presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, recomendándole que se tomarán medidas drásticas para el saneamiento del personal de prisiones.

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