iPobres licenciados!

Las desventuras de los licenciados que hemos terminado este año los estudios son tan dramáticas como grotescas, sobre todo las de aquellos que pensábamos dedicarnos a la enseñanza. El primer eslabón en nuestra cadena de desgracias consistió en la decisión del Ministerio de Educación y Ciencia de convocar unas seudooposiciones a los cuerpos docentes del bachillerato. El hito número dos fueron las insalvables trabas que los ICE y los colegios de doctores y licenciados nos pusieron a medias para que no pudiéramos acceder a ellas. Tercer eslabón: en las citadas oposiciones no se adjudican solamente las plazas reales y las que se denominan en expectativa, sino que, para colmo, los tribunales crean una nueva especie, los aprobados sin plaza, especie que el MEC se apresura a reconocer. El eslabón número cuatro resulta de la negativa mayoritaria con que nuestras instancias para ejercer de PNN han sido recibidas en los institutos nacionales de bachillerato. Los pocos puestos que la larga lista de catedráticos, agregados, PNN, desplazados, sustitutos, etcétera nos han dejado libres, se conceden por enchufe en más de las tres cuartas partes de los casos. ¡A dedo! El MEC no tiene dispuesto ningún tipo de normas para que las nuevas contrataciones reúnan un mínimo de honestidad. Cada jefe de seminario puede elegir según le plazca. Y así está sucediendo. Por ejemplo, en mi pueblo: existen dos plazas de lengua y literatura, y somos tres los licenciados en filología hispánica del municipio; pues bien, ante la indignación popular, se contrata a dos personas de fuera, una de Huesca capital y otra de Madrid, sin que ninguna de ellas tenga mejor curriculum que cualquiera de nosotros. Lo serio del caso es que se trata de la tónica general en los demás centros.Si a todo lo anterior unimos las escasísimas ayudas a la investigación que existen en nuestro país, podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que el MEC no podía haber cometido más errores en tan poco tiempo en un campo tan concreto.

Por lo menos, podría dignarse en aclararnos, ya desde ahora, si todavía existe algún puesto de enseñante no cubierto por un virtual funcionario del Estado, y si piensa convocar oposiciones el año que viene para cubrirlos -oposiciones restringidas para aquellos que han entrado por enchufe este verano y oposiciones libres (mucho rnás difíciles) para el resto- o si, por el contrario, y de una vez por todas, se decide a racionalizar -entre otras cosas- el acceso a esa cenicienta llamada enseñanza oficial.

Mientras tanto, más vale no pensar en las futuras generaciones.