Los comunistas italianos reiteran la necesidad de su entrada en el Gobierno
«La situación actual es insostenible. Si no conseguimos realizar el programa concordado no existen motivos para seguir apoyando a este Gobierno», dijo ayer Giorgio Amendola, uno de los dirigentes más prestigiosos y críticos del Partido Comunista italiano (PCI). Amendola añadió que en un momento tan grave y conflictivo es necesario un Gobierno que tenga «autoridad y prestigio», que este Gobierno, capaz de resolver los problemas, y que el país tiene, y que amenazan continuamente la estabilidad del actual sistema político, «no es pensable sin los comunistas».
Al mismo tiempo, la Democracia Cristiana (DC) ha advertido ayer a los comunistas que la situación interna e internacional no permite «mayores aperturas políticas», y que es necesario, como afirma el semanario del partido, La Discussione, defender este «matrimonio» actual, es decir, la actual mayoría. La crisis, dice el semanario, es similar a la de un matrimonio, aunque, añade, «con tentaciones de divorcio».Pero lo cierto es que después de cada prueba y de cada debate en el Parlamento, el actual Gobierno que preside Giulio Andreotti sale cada vez más debilitado: se salvó por un pelo en el debate sobre el «caso Moro», se quedó sin los republicanos en el debate sobre el conflicto entre sindicatos y Gobierno sobre la cuestión de los aumentos de sueldo a los auxiliares sanitarios y del sector público, y podría caer, sobre todo, en la dura prueba de la reforma agraria, que actualmente se discute en la Cámara. El senador comunista Macaluso ha advertido que «en esta materia cayeron ya muchos Gobiernos italianos».
La ley, que cambia radicalmente la politica agraria fue aprobada ya por el Senado, pero ahora los democristianos intentan introducir modificaciones que, según los comunistas, debilitan sustancialmente la ley, mientras la DC insiste que en su forma actual la ley agraria contradice la economía de libre mercado de la democracia italiana y es más bien una ley que «copia el sistema yugoslavo».
Los comunistas se preguntan por qué, después de la aprobación del Senado, la DC ha tomado esta decisión de «boicotear» la ley. La Democracia Cristiana responde que un partido de mayoría relativa puede presentar en el debate de la Cámara los cambios a la ley que crea oportunos. Son todas acusaciones indirectas relativas a «intentos de empujar el país hacia una crisis que quizá desean ambos partidos, pero que ninguno desea cargar con la responsabilidad de provocarla», como escribió ayer un diario.
El PCI, contra la DC
A la tesis de que los comunistas están dispuestos a «romper con el Gobierno» si no pasa la ley agraria, como habían titulado los diarios independientes, respondió ayer el líder comunista Giancarlo Pajetta. Dijo que «rompe con la mayoría quien no respeta el programa. Donde los pactos no se respetan, los comunistas estamos ya en la oposición. Por ejemplo, en las administracíones locales hemos revocado el apoyo a la junta regional de Calabria. Y hemos vuelto a la oposición en el Ayuntamiento de Palermo».
Mientras tanto, los socialistas, que son los únicos de quienes no existen sospechas sobre el deseo de que se mantenga el Gobierno para evitar elecciones anticipadas, que podrían impedir las elecciones europeas, han pedido que para evitar el escollo de la discusión sobre la ley de reforma agraria se convoque una cumbre del presidente Andreotti con los secretarios de los partidos que apoyan su Gabinete o, por lo menos, con expertos de cada partido en materia agraria.
En cualquier caso, ya se están movilizando para el jueves en toda Italia miles de aparceros y colonos, que desfilarán por las calles de Roma en defensa de la nueva ley, que debería poner fin a un régimen agricola medieval.
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