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Los pescadores liberados en el Sahara, en Las Palmas

«¡Ahí están, ahí están ...!», gritaron al unísono las esposas, los hijos, las madres, cuando desde la terraza del aeropuerto de Gando, de Las Palmas, vieron descender del avión procedente de Madrid a ocho hombres vestidos con el típico derrah saharaui. No se lo podían creer. Habían sido seis meses de tensa espera de encierros, de gestiones de todo tipo con autoridades locales y nacionales. El encuentro, ya en la sala del aeropperto, fue emocionante, de hondo contenido humano y hasta hubo desmayos de algunos familiares de los pescadores liberados.

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El Frente saharaui espera un nuevo gesto del Gobierno español

Los ocho marineros del Las Palomas, atacado en abril de este mismo año por un comando del Frente Polisario, pronunciaron elogios sobre la lucha del pueblo saharaui por su independencia, y criticaron al Gobierno español porque «pudo haberse ocupado antes de nosotros». Asimismo, hicieron un llamamiento a todos los pescadores canarios que faenan en aguas del banco sahariano: «Que los canarios no vayan al banco pesquero. Los saharauis nos dijeron que a los próximos que cojan les cortarán el pescuezo.»Y entrelazados con sus mujeros e hijos, los marineros comenzaron a contar su larga odisea. «Yo salí -cuenta el patrón del Las Palomas- a cubierta a charlar con mis compañeros, como tenía por costumbre hacerlo. De repente sentí un ruido en uno de los costados y dos hombres armados con metralletas subieron a bordo Nos dijeron "fuera del barco" y yo adiviné que era un secuestro. Después aparecieron seis más en otra barca y poco a poco fueron transportando a pequeñas lanchas neumáticas a toda la tripulación.»

Cinco días en el desierto

Al llegar a tierra, los marineros canarios se encontraron con veinte jeeps esperándolos. «Caminamos durante cinco días a través del desierto y descansábamos sólo para comer y dormir un poco; pronto nos dimos cuenta de quiénes eran nuestros secuestradores, aunque al principio trataron de desconcertarnos.»El patrón del Las Palomas manifestó que a él lo llevaron a una parte y le dijeron delante de todos que lo iban a fusilar: «El saharaui, detrás de unas dunas, me miró, disparó al aire y pensé que el resto de mis compañeros estaban pensando lo peor. Sin embargo, aquello fue sólo un aviso.»

Los marineros cuentan que estuvieron en cuatro campamentos una vez que concluyó la marcha por el desierto. Lo único que oían del exterior eran los programas del Centro Emisor del Atlántico y, según manifestaron, parecía que'él Gobierno español se había olvidado de ellos y que no, le interesaba su problema.

Con respecto a las advertencias saharauis antes de producirse el secuestro del Las Palomas y las razones que los indujeron a seguir pescando, dijeron: «Fuimos engañados. Por aquellos días se dijo que varios políticos habían ido a Argel y que el asunto estaba arreglado. Cuando los saharauis nos contaron lo que realmente pasaba comprendimos que estábamos engañados. Por eso, ahora, queremos hacer un llamamiento a los pescadores canarios para que no acudan al banco pesquero de los saharauis. Aquello les pertenece a los saharauis y están en su perfecto derecho de defender lo que es suyo. Que el Gobierno español arregle el asunto. Nosotros, por lo menos, no volveremos a la mar hasta que las relaciones entre España y la República Arabe Saharaui Democrática sean excelentes y tengamos la garantía total de que no nos van ni a secuestrar ni a disparar contra nuestras unidades pesqueras.»

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