Sahara: una mediación difícil para España
La enérgica respuesta del ministro español del Exterior. Marcelino Oreja a las recientes declaraciones de su colega marroquí, Mohamed Bucetta, reivindicando Ceuta y Melilla y a posposición del viaje de don Juan Carlos a Rabat parecen marcar un repentino deterioro en las relaciones entre Madrid y Rabat inevitable después del reconocimiento del Frente Polisario por el partido gobernante español, UCD.
Lo nuevo, sin embargo, no es tanto la reiteración de esa reivindicación marroquí —expuesta dos veces este año a EL PAIS por el primer ministro y el titular del Exterior marroquíes— sino el tono y el haberlas adornado Bucetta con una clara amenaza a propósito de las Canarias, y la contundente respuesta del Gobierno español que por lo menos, contrasta con el deseo expresado por Madrid de tomar parte activa en una negociación del conflicto del Sahara, desde posiciones equidistantes de Argel y Rabat.
Las declaraciones del ministro marroquí en Georgetown iban, probablemente, dirigidas a hacer comprender a Madrid los límites que para España tiene su intención de mediar en el conflicto s posiciones equidistantes, si es que éstas son posibles en las actuales circunstancias, El reajuste de su Gobierno, anunciado por Hassan II el martes a pesar del desplazamiento del ministro de Información, Larbi Jattabi, única personalidad pro española del Gabinete, traduce más bien la voluntad del monarca de tener todas las palancas del país —militar económica e informativa -— bajo su control directo, en previsión de cualquier contingencia.
Desde el golpe de Estado ocurrido en Mauritania el 10 de julio último, el proceso hacia un compromiso en el Sahara ha ido ganando profundidad, auspiciado por Francia que es la potencia con verdaderos intereses en la región. España, aunque no cuenta con los medios de retorsión de que dispone Paris, es, sin embargo, la que ha dado el viraje más acusado de sus posiciones de partida, llevando a cabo el gesto —que Francia no quiso hacer de reconocer al Polisario.
Cuando en Mauritania se confirman oficialmente los contactos entre mauritanos y polisarios, en Rabat las posturas de los partidos —incluido el de los independientes, tan próximos al palacio real— es tal que una vuelta atrás radical está descartada de antemano, No obstante, en los medios políticos marroquíes se espera un « acontecimiento espectacular» que, dadas las circunstancias presentes, no podría ser más que una entrevista y un acuerdo de principio entre Hassan II y Bumedian.
Hacia un mini-Estado saharaui
Las hipotéticas soluciones con las cuales se trabaja, aunque quizá no lleven a una solución duradera del conflicto, bien pueden permitir un compromiso temporal. La primera de estas hipótesis, la que va más lejos, es la que se comenta en Nuakchott y según la cual se tiende a la creación de un Estado saharaui independiente de Marruecos que iría desde el paralelo veinticuatro, al norte de Dahla, hasta los límites de Mauritania anteriores al acuerdo tripartito de Madrid. Para que ese Estado se concrete es necesario, naturalmente, que Marruecos ceda la banda de terreno que va entre el paralelo veinticuatro y la frontera mauritana trazada en los acuerdos de Madrid,
Una solución de este tipo, que, por el momento, apoyan Mauritania. Argelia y Libia, encontraría, naturalmente, la oposición de principio del Polisario y. desde luego, la marroquí. Sólo el rey Hassan II de Marruecos puede tomar por su cuenta una decisión parecida, pero haciéndolo pondría en peligro el consenso interior logrado tras la marcha verde y la estabilidad del trono, reforzada desde entonces.
La puerta a una alternativa de este tipo no está, sin embargo, totalmente cerrada. El rey Hassan II dijo a una revista árabe hace unas semanas que lo que Marruecos no toleraría seria un Estado hostil en sus fronteras del Sur. Quizá para evitar la hostilidad de ese previsto Estado, Francia, a través de Senegal, parece haber sondeado la posibilidad de encontrara una élite saharaui moderada, de la misma manera que Estados Unidos quisieron encontrar «palestinos moderados, interlocutores válidos» en Cisjordania. Los contactos habidos entre el presidente Senghor y el ex miembro del buró político del Polisario, Ahmed Bahá Miské, apuntan en ese sentido.
Al margen de estas maniobras políticas, la posición de Madrid, que pretende jugar un papel importante en el logro de una solución sigue siendo la más débil y. por tanto, la que requiere, para su actuación, un mayor tacto diplomático. Marruecos, que en estos momentos se siente políticamente acorralado, dispone de serios elementos de presión contra España: en Ceuta y Melilla: con los 10.000 marroquíes que viven en Canarias: a través de los 30.000 españoles que aún residen en Marruecos: la pesca y las perspectivas de incrementar un comercio y una cooperación que se elevan ya a 7.000 millones de pesetas.
En el conflicto del Sahara se ventila hoy no sólo el futuro del pueblo saharaui, sino el hegemonismo en el Magreb. Para que exista solución, todos habrán de hacer concesiones, Aunque la intención de Madrid es solamente mediar, deberá evitar que todas las pasiones que despierta la cuestión del Sahara —que lo mismo puede llevar a la paz que a la guerra— no se vuelvan unánimemente contra ella.
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