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La declaración de Berlinguer y Brejnev en Moscú, un aval para el "compromiso histórico"

Juan Arias

Como un aval al «compromiso histórico» se interpreta aquí la declaración conjunta firmada anteayer en Moscú por el presidente de la Unión Soviética, Leónidas Brejnev, y el líder del Partido Comunista italiano (PCI), Enrico Berlinguer, quien ayer siguió viaje a Yugoslavia, donde se entrevistó con el presidente Josip Broz Tito. Antes de viajar a Moscú, Berlinguer se reunió en París con el jefe del PC francés, Georges Marchais.

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Según el enviado especial del diario Corriere della Sera, el documento, que demandó horas de laboriosas negociaciones, supone el primer respaldo oficial de la URSS a la «política», aunque no a la «ideología» de los comunistas italianos «en sus puntos esenciales». A su vez, los soviéticos han aceptado incluir en la declaración una dura condena al terrorismo.El aval de Moscú al compromiso del PCI con la socialdemocracia y la Democracia Cristiana surge expresamente de un párrafo de la declaración conjunta en la que se subraya que tal política contribuirá a la distensión entre el Este y el Oeste.

Sobre este apoyo de Moscú al «compromiso histórico», el periódico progubernamental Il Giomo señala que el visto bueno soviético le permite ahora a Berlinguer ampliar su «batalla contra los socialistas», quienes durante los últimos días han sido acusados en dos diarios soviéticos de «querer provocar una ruptura entre las fuerzas de izquierda».

Por su parte, La Reppública manifiesta que el dirigente soviético ha obtenido un aval más explícito para «el camino italiano», pero que a cambio ha tenido que «pagar un precio muy alto», es decir -añade- su fidelidad al internacionalismo».

Las primeras reacciones democristianas fueron cautelosas. Interrogados por EL PAIS, responsables de las relaciones internacionales del partido en el poder indicaron que la declaración de Moscú «es ambigua». Expresaron que si bien la URSS autoriza oficialmente, por primera vez, el diálogo de los comunistas italianos con los demás grupos democráticos, incluidos los católicos, también callan sobre dos puntos de gran importancia: los problemas concretos de política exterior, aparte de la distensión y el desarme, y la cuestión de la disidencia en el Este y en el Oeste. «Si se tiene en cuenta -añadieron los portavoces de la DC- que esos dos temas son los caballos de batalla de los que afirman que el PCI no puede participar plenamente de la vida política del país, se comprende que la declaración puede ser utilizada por las fuerzas opuestas al diálogo.»

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