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Calurosa acogida a Assad en Moscú

Una recepción con los máximos honores han deparado los dirigentes soviéticos al presidente sirio, Hafez el-Assad, que al frente de una delegación de alto nivel del partido Baath y el Gobierno sirio ha llegado esta mañana a Moscú.

La actual visita se esperaba desde que hace un par de semanas el Frente de Firmeza, formado por Siria, Argelia, Libia, Yemen del Sur y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) decidió en la cumbre de Damasco recurrir al apoyo soviético para torpedear los acuerdos de Camp David y contrarrestar la creciente influencia norteamericana en Oriente Próximo.

La URSS, que desde el anuncio de la cumbre tripartita de Camp David proclamó su rechazo de los eventuales resultados, condenó en forma tajante, en declaración del supremo dirigente Leonidas Brejnev en Baku, y por boca del ministro del Exterior, Andrei Gromiko, ante las Naciones Unidas, los «tratados separados antiárabes» de Camp David y la «traición» del presidente egipcio, Sadat, aplaudiendo y animando todas las actitudes de condena, rechazo y crítica en el mundo árabe, y especialmente la anticumbre de Damasco.

La presencia ayer en el aeropuerto del jefe del Gobierno, Alexei Kosiguin; el ministro de Asuntos Exteriores, Gromiko, y el ministro de defensa, Dmitry Ustinov, junto a Brejnev, subrayan la importancia que el Kremlin concede a la visita de Assad. Además, la visita previa de Assad a Alemania Oriental revela el carácter colectivo de la ayuda que la URSS está decidida a prestar, junto con la «comunidad de países socialistas».

Coordinación de metas

Las declaraciones oficiales y demás comentarios de ambas partes han dejado en claro la identidad de metas: coordinar una estrategia contra los «tratos separados antiárabes» y, en especial, contra los acuerdos egipcio-israelíes de Camp David, conseguidos por impulso del presidente norteamericano, Carter: lograr como alternativa un arreglo «general y omnicomprensivo» a base de la participación de todas las partes interesadas, y entre ellas destacadamente la URSS, tal como se insiste ya en el comunicado final de la visita de Assad a Berlín, y concretar el apoyo político y material a Siria y los países del frente.Sobre estos objetivos básicos hay ya claridad y acuerdo, y, por tanto, las conversaciones que se han iniciado de inmediato en el Kremlin entre Brejnev y Assad se centraron en el volumen del apoyo y las medidas concretas de cooperación para hundir los acuerdos de Camp David. Los analistas indican, sin embargo, que hay algunos puntos secundarios que seguramente podrían necesitar clarificación para los dirigentes soviéticos, escaldados varias veces en sus negociaciones con los regímenes árabes de uno u otro signo.

Sin contar la posición poco segura a pesar de sus críticas y condenas de países árabes «moderados» y, sobre todo, de Arabia Saudita. Jordania y los emiratos petrolíferos del golfo, al Kremlin le preocupan puntos como la imposibilidad de concertar un acuerdo entre Siria e Irak, a pesar de la comunidad de objetivos.

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